Estimados docentes: Cada mes de octubre, las calles de Lima se llenan de fervor morado. A pesar de que vivimos una época en la que las tradiciones religiosas del mundo católico han experimentado una serie de retrocesos en cuanto al respeto y la consideración de las nuevas generaciones, aun puede verse, en especial en personas mayores, la observancia de estas costumbres asociadas a uno de los cultos populares más famosos de América Latina. Nos referimos, por supuesto, al Señor de los Milagros, que hasta antes de pandemia congregaba en calles y plazas del centro histórico de la capital del Perú de miles de fieles, literalmente un mar de gente con hábitos morados elevando sus plegarias al llamado “Cristo Moreno”.

Esta multitudinaria procesión, suspendida por segundo año consecutivo por el COVID-19, es muy emocionante, incluso para aquellas personas que no profesan ningún credo religioso. En décadas pasadas, familias enteras se reunían, desde muy temprano, en las afueras del templo de las Nazarenas –uno de los más antiguos de la ciudad- para ver salir a las andas del Señor de los Milagros, en medio de cánticos, inciensos, cohetes y campanas que resuenan. La tradición es muy rica en detalles, simbologías, actividades, gastronomía y momentos del mes, que han calado hondo en la idiosincrasia no solo limeña –específicamente, de sectores socioeconómicos populares y procedencia afroperuana- sino a nivel nacional. Incluso, en otros continentes, comunidades de peruanos se reúnen para replicar la procesión morada, en señal de respeto y conexión con su identidad.

En este documental, que pueden ver hoy como si fuera una película, todos los detalles de esta tradición que genera una enorme emoción en las personas que logran verla pasar.

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EL DATO

  • La procesión del Señor de los Milagros es una de las demostraciones religiosos más grandes del mundo por su origen humilde y la combinación de tradiciones occidentales y mestizas, la imagen resume en gran medida la fe peruana. Por ello. Es capaz de integrarla a todas las clases sociales.
  • Cabe resaltar que la imagen del Cristo Moreno que está en las andas es una copia del mural que pintó un esclavo llamado Benito de Angola, en 1651 en una finca de propiedad de Diego Tebes. Pronto, los esclavos, negros e indios que habitaban Pachacamilla se identificaron con esta versión de Cristo, oscura y figura menuda.
  • El hecho que se salvara del terremoto de 1655 y de diversos intentos de las autoridades por suprimir el culto a esta imagen, hizo que la devoción creciera y perdure hasta nuestros días.

Fuente: Perú Católico.com

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