Estimados docentes: Parece una frase obvia pues es algo que hacemos todos los días, alimentarnos a nosotros y a nuestras familias. sin embargo, hay extensas poblaciones en los cinco continentes que no pueden hacerlo, ya sea porque se encuentran sumidos en la pobreza extrema o porque las condiciones de sus zonas geográficas no permiten un adecuado aprovisionamiento. Las zonas de guerra también someten a sus poblaciones a pasar largos periodos de tiempo sin poder alimentarse adecuadamente, vulnerando de esta manera este derecho fundamental.
Reflexionar sobre cómo y por qué nos alimentamos es básico para entender la vida y su perdurabilidad. Muchas enfermedades como la desnutrición, la diabetes, el sobrepeso, etc., son consecuencia de un ejercicio ineficiente de nuestro derecho a la alimentación. Y, como ocurre con todas las cosas importantes de la vida, son las escuelas y nosotros, los maestros, los encargados de recuperar la cultura de la buena alimentación para aprovechar recursos y ser, de ser necesario, solidarios con quienes no pueden alimentarse de manera elemental.
Como también pasa con otras áreas de la modernidad, tenemos dos grandes enemigos frente a esta situación, atacando de manera persistente e incansable nuestros propósitos de enmendar los errores que las sociedades han desarrollado con respecto a las formas en que nos alimentamos, los productos que consumimos, etc.: el primer enemigo es la pobreza y la extrema pobreza, en la que viven cientos de miles de personas alrededor del mundo. La acumulación excesiva de riqueza por parte de un porcentaje menor de personas y la aceptación que se brinda, socialmente, a esta situación desordenada, hace casi imposible revertir el hecho de que niños, niñas y personas de todas las edades nunca logren niveles de alimentación óptimos que garanticen un buen desarrollo cerebral y físico, que les permita sobrepasar enfermedades y evitar muertes prematuras.
Por otro lado, tenemos a la publicidad que, en aquellos sectores socioeconómicamente estables, es decir que no padecen pobreza ni pobreza extrema, promueve una alimentación basada en productos procesados, con excesos de grasas, azúcar, sal, harina y demás que pueden ser ricos de sabor, adictivos y baratos, pero que no constituyen, en modo alguno, una buena alimentación sino que todo lo contrario, pues a la larga general una diversidad de problemas y malestares a la salud, muchos de los cuales pueden terminar con la vida de las personas…
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EL DATO
- Los conocimientos sobre alimentación saludable son claves para la prevención de problemas de salud y para el desarrollo de actitudes responsables que contribuyan a garantizar el derecho a la nutrición de toda la infancia.
- El derecho a la nutrición está fuertemente relacionado con otros derechos de la infancia. Este tema para el aula proporciona ideas para desarrollar el conocimiento que tenemos de la alimentación como un derecho humano.
- Los centros educativos juegan un papel crucial, tanto en la alimentación diaria del alumnado como en la promoción de hábitos saludables.
Fuente: Unicef.org
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