Estimados docentes: La semana pasada falleció, por cáncer, la cantante australiana Olivia Newton-John, de 73 años. Ella fue protagonista, en 1978, de una película llamada Grease, adaptación de una obra de teatro musical estrenada en Nueva York, medio año antes. La trama aborda las relaciones sentimentales y amicales de un grupo de jóvenes de una escuela privada de California y se inscribe en el género de películas que están ambientadas en un centro educativo y refleja, aunque sus temas centrales sean otros, las luces y sombras de la vida escolar y todo lo que los jóvenes son capaces de hacer para escapar de los sistemas de control de la conducta, las normas, etc.
Grease, como película, fue un fenómeno mundial. Un éxito de taquillas que elevó a la categoría de iconos culturales a sus dos protagonistas y sus canciones. A diferencia de una oscura película contemporánea, The wall (1979) -también relacionada al mundo musical pues usa como argumento un álbum de la banda británica de rock Pink Floyd- Grease muestra un mundo luminoso y feliz, lleno de colores pastel, música para bailar y amistades donde brilla la lealtad y el espíritu de cuerpo. Pero se encuentran en la crítica al sistema escolar rígido, las figuras del profesor y el director como autoridades intolerantes a la felicidad juvenil. Algo que también se ve, por ejemplo, en Footloose, otra de esas películas que fueron consecuencia de Grease.
Para varios sistemas educativos hispanohablantes, Grease fue también -como lo había sido ocho años atrás Jesucristo Superstar- una valiosa fuente para aprender inglés, por lo que fue común -y aun lo es, como verán en la experiencia española que compartimos al final del post- su uso en representaciones escolares, actuaciones de alumnos inspirados en Grease. En estos días, que el mundo recuerda con nostalgia la dulce voz de Olivia Newton John -su talento sin disfuerzos, su elegancia, su activismo como dice esta nota– es también útil darle a Grease la dimensión de recurso educativo que merece.
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EL DATO
- Con la película en versión original y subtítulos en inglés para el caso de los alumnos de 2do., se les fue pasando poco a poco para ir dando coherencia al proyecto. Los alumnos divididos en grupos de 4 o 5 personas, tras ver la parte correspondiente hacían una puesta en común, se visionaba de nuevo y finalmente cada grupo producía por escrito un resumen de lo que había visto, una vez preparada su versión definitiva de lo anterior, un portavoz de uno de los grupos leía lo que habían preparado y los demás añadían o corregían lo que creían conveniente.
- Uno, como profesor, siente el orgullo del trabajo bien hecho y de que, aparte de habérselo pasado bien, el interés de los alumnos por el idioma se ha multiplicado sobremanera, pues no sólo han aprendido mucho vocabulario y muchas nuevas construcciones, sino que a nivel fonético, aspecto que muchas veces tanto algunos profesores como muchos alumnos quieren dejar de lado…
- Cuando el aprendizaje de un idioma se limita a seguir un libro de texto y alguna que otra actividad esporádica, hace que el elemento motivación vaya disminuyendo poco a poco. Sin embargo, cuando buscas algo diferente que pueda servir de complemento a lo que es el trabajo diario del aula y haces que el alumno se sienta el verdadero centro del proceso de aprendizaje, el profesor tiene mucho terreno ganado y eso se consiguió gracias a «Grease».
Fuente: Revista Digital Educa Madrid
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