Estimados docentes: En Perú, una triste noticia sacudió, de nuevo, el tema del acoso cibernético. Una niña de 12 años fue hallada gravemente herida, tras caer desde el quinto piso de uno los locales de la institución educativa Pascual Saco Oliveros, que promueve un sistema de aprendizaje alternativo y tiene fuerte presencia en todo el territorio nacional. Los primeros reportes apuntaban a la idea del suicidio, por causa de sufrir mucho acoso de sus compañeras que la “buleaban”, como contó su madre en la prensa local, por su estatura, su complexión, su ropa, su pelo, etc…
Siempre ha existido lo que ahora llamamos “bullying”, anglicismo que, como todos sabemos, remite a la idea de “acosar o maltratar al más débil”, que ejerce un estudiante contra otro, en desventaja física. En nuestros tiempos, sin teléfonos celulares en los patios ni internet en casa u oscuras cabinas públicas, los alumnos -sobre todo los hombres- solucionaban sus diferencias peleando. Hasta cierto punto, esta dinámica constituye un aprendizaje extraescolar que tiene relación con la consolidación de personalidades, espacios dentro del grupo, etc. Y cuando se trataba de abusos grupales. Los auxiliares y profesores tenían un papel gravitante para detectar y evitar cualquier conducta de esta naturaleza.
Pero ahora es muy difícil de detectar y mucho más de solucionar. Al segundo siguiente de que una alumna que padece esta clase de abusos por correos, memes, chats y demás cosas cibernéticas, enciende su celular para revisar su estado, su correo, su WhatsApp, comenzará a ver burlas sobre ella y, debajo, una cascada interminable de comentarios, emoticones de carcajada, y cosas peores.
Esta problemática del ciberbullying es incluso más perjudicial, en términos de la estabilidad emocional y la salud psicológica de los alumnos y alumnas que lo sufren, que las peleas callejeras de uno contra uno y hasta de los “juegos” toscos clásicos como el “apanado” o el “callejón oscuro”. ¿Por qué razón? Porque en los juegos físicos siempre existe la opción de defenderse o de que alguien intervenga y corrija. Y, salvo que la agresividad traiga consecuencias físicas graves -conmociones, fracturas, caídas fuertes- tarde o temprano el hecho concluye y siempre existe posibilidad de buscar salidas. Pero el ciberbullying es silencioso, cobarde, muchas veces anónimo. Y lleva a los jóvenes, como la estudiante de Saco Oliveros, al suicidio. Una triste y grave situación que nos toca enfrentar como docentes. ¿Estamos preparados para el desafío?
EL LINK
https://www.syneidis.com/es/problem-cyberbullying-consequences/
EL DATO
- Ciberacoso es acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales. Puede ocurrir en las redes sociales, las plataformas de mensajería, las plataformas de juegos y los teléfonos móviles.
- Cuando el acoso ocurre en línea, la víctima siente como si la estuvieran atacando en todas partes, hasta en su propia casa. Puede parecerle que no hay escapatoria posible.
- Sentirse objeto de burla o de acoso puede impedir que la víctima hable con franqueza o trate de resolver el problema. En casos extremos, el ciberacoso puede llevar a quitarse la vida.
Fuente: Unicef
Deja un comentario