Estimados docentes: Un amigo te envía una foto de su viaje de vacaciones y, en lugar de responder con una frase emocionada, una palabra de felicitación o un texto inspirado, haces dos clicks y lanzas un emoji, de una mano amarilla levantando el dedo pulgar. Si tu pareja te pasa un archivo interesante por el chat, con tres clicks le lanzas como respuesta una carita feliz con los ojos en forma de corazón. Ya no escribimos, ya no elaboramos pensamientos y los expresamos con palabras. Poco a poco, de manera imperceptible, la humanidad camina hacia el pleno abandono de sus formas tradicionales de comunicarse para abrazar la novedad, lo moderno, la traducción de sentimientos en signos, jeroglíficos, casi como volver al lenguaje rupestre de las cavernas.
Antiguamente se decía que la música era el lenguaje universal. El concepto detrás de esta excelente frase es el siguiente: no importa qué idioma hables, si estás dotado de la suficiente sensibilidad, podrás entender una melodía, una sucesión armónica de notas y sentir lo mismo en Perú, en Kenya, en Alemania o en Estados Unidos. El mismo principio se cumple con los famosos emoticones o emojis, que es como se les conoce actualmente a estas figuritas capaces de resumir estados de ánimo, intenciones y sentimientos.
El problema es que, a diferencia de lo que ocurre con la música, los emoticones no siempre son fiel reflejo de lo que está sintiendo la persona que los escoge para decir o contestar algo. El ejemplo clásico es el de la muchacha deprimida, aburrida, cansada de estar conversando con alguien por chat que, para no ser descortés, contesta a los mensajes insistentes de su interlocutor, con una carita amarilla carcajeándose. Jamás pasará eso si uno reacciona emocionalmente a una sinfonía de Mozart, a un bossa nova de Caetano Veloso, a un rock de Iron Maiden. Las emociones, cuando son reales, no se pueden falsear. Lo puedes intentar pero difícilmente el resultado será siempre bueno o duradero. Quizás el nuevo lenguaje universal, el de los emoticones, habla menos positivamente de la humanidad de lo que lo hizo la buena música, hace décadas y, en algunos casos, hace siglos.
EL LINK
https://www.bbvaopenmind.com/tecnologia/mundo-digital/emoji-el-nuevo-idioma-global/
EL DATO
- Aunque su principal antecedente data de la década de los 80’s, cuando fueron creados los emoticones uniendo caracteres de puntuación, fue en los 90’s cuando los emojis se inventaron, dándole color e incluso animación a dichos caracteres, con la finalidad de transmitir mensajes más complejos en la comunicación virtual, simulando expresiones emocionales.
- Esta forma de expresión, apreciada desde diversas perspectivas, ha ganado detractores y partidarios. Los primeros han pronosticado que los futuros humanos perderán la capacidad de escribir frases complejas y en su lugar, emplearán emojis, basándose en su gran relevancia.
- Autores como Gantiva, Zarabanda, Ricaurte, Calderón, Ortiz y Castillo afirman que los emojis potencian la respuesta emocional en comparación con las palabras, ayudando a la interacción social, ya que ayudan a comprender la condición emocional y cognitiva de la otra persona.
Fuente: Portal Informativo Cetys
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