Estimados docentes: Lo vemos todos los días en las noticias, sobre todo cuando se trata de política, policiales y farándula. Funcionarios que mienten, actores, cantantes y futbolistas que engañan a sus parejas, asaltos y estafas de todo tipo. ¿Dónde quedó la noción de honestidad? ¿Qué le ha pasado a la humanidad? ¿Por qué hemos normalizado la mentira, la coima, la estafa, como parte de nuestra vida? ¿O es que siempre fuimos así?
Sabemos que todas las generalizaciones son malas, pero no cabe duda que una gran mayoría de la población adulta, sobre todo si se trata de personajes públicos, ven la honestidad como signo de debilidad. Es muy difícil encontrar, por ejemplo, a un político que no tenga juicios, denuncias penales, sentencias que confirman actitudes antisociales y deshonestas durante el ejercicio de sus cargos.
La filosofía nos ha legado un largo debate -aun sin resolver- respecto de si el ser humano es malo por naturaleza, desde que nace, o si es la sociedad que lo corrompe. En ese sentido, siempre vale la pena reflexionar sobre este tema aun cuando las respuestas sean eternamente ambiguas, relativas y gaseosas. Ser honesto tiene que ver con no incumplir la ley, no engañar alevosamente. De repente, por circunstancias de la vida, todos nos hemos visto en la necesidad de decir una(s) mentira(s) blanca(s) para evitar dañar a una persona o para no tener más interrupciones en alguna gestión. Sin embargo, una cosa es eso y otra es elaborar complejas estrategias para estafar al Estado o para engañar a tu familia.
Como maestros, inculcar la honestidad no solo tiene que ver con repartir los conceptos para que nuestros alumnos los memoricen. El aprendizaje de la honestidad es de los más importantes si queremos forjar unas nuevas generaciones que rescaten el sentido de lo humano, que se encuentra hoy tan debilitado, pero no prosperará ninguna campaña si no educamos con ele ejemplo, siendo nosotros honestos. Y aun así, podemos ser honestos delante de nuestros alumnos pero, si siguen impunes los gobernantes deshonestos, si los engaños siguen siendo aplaudidos, si las estafas y los delitos siguen siendo pasados por alto y considerados pasos tolerables para alcanzar el éxito económico, tenemos el trabajo muy cuesta arriba.
EL LINK
https://blog.ecagrupoeducativo.mx/chimalistac/-10-maneras-de-ensenarle-a-tu-hijo-a-ser-honesto
EL DATO
- La honestidad puede mejorar la salud mental y física. Por otro lado, la falta de honestidad puede aumentar la presión arterial y el ritmo cardíaco y provocar otras consecuencias negativas para la salud.
- Existe una diferencia neurofisiológica entre el engaño y la verdad a nivel de activación cerebral, lo que contribuye a una reacción de estrés cuando somos deshonestos.
- La honestidad, hablar y actuar con sinceridad, es más que no mentir, engañar, robar o hacer trampas. Implica mostrar respeto hacia los demás y tener integridad y conciencia de sí mismo. La honestidad es la base de la confianza y la clave de las relaciones sociales; nos da esperanza, confianza, compasión y mejora la toma de decisiones.
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