Estimados docentes: Los amantes de la literatura universal conmemoran este 2024 el primer centenario del fallecimiento de uno de los más grandes creadores de historias, precursor de las distopias y los realismos mágicos, subgéneros de la ciencia ficción escrita que han llevado a la maestría narradores de diferentes lenguajes como Gabriel García Márquez (Colombia) o George Orwell (Inglaterra). Apenas superada la barrera de los cuarenta años falleció en Austria Franz Kafka, en 1924. Tal efeméride es titular en las secciones culturales de los medios más prestigiosos del mundo y ya se vienen planificando homenajes, eventos especiales y demás actividades para recordar como se debe al autor de La metamorfosis (1915) o El proceso (1912).

En algún momento de nuestra vida, empezando desde la adolescencia, todos estamos en la obligación de leer algo de Kafka. Así nos desconectemos luego de su estilo y sus temas, siempre es bueno entrar en contacto con su febril y bizarra imaginación, sus cuestionamientos tan europeos y, a la vez, universales, sus giros inesperados. Es cierto que nos hemos acostumbrado, para bien o para mal, a la literatura ligera de la modernidad, la que genera guiones para Hollywood y Netflix. Pero sus magistrales textos merecen que regresemos a ellos de vez en cuando, para entender que, en esto de la creación a través de la palabra, también todo tiempo pasado fue (mucho) mejor.

Incluso si nunca se ha leído a Franz Kafka, nacido en la hermosa y melancólica ciudad de Praga cuando todavía era parte del imperio austro-húngaro (el reino de la región conocida como Bohemia), que años más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, se conocería como Checoslovaquia y, posteriormente, en los noventa tras el derrumbe comunista, se escindió en sus componentes, Eslovaquia y la República Checa -de la cual Praga es capital actualmente-, su legado está presente en nuestra habla más o menos cultileída. Cuando la vida nos somete a episodios pesadillescos, absurdas, increíbles o inesperados, de apariencia fantástica, angustiosa o impredecible, nos referimos a esos momentos como poseedores de una naturaleza bizarra, extraña, “kafkiana”. Así es el legado de los grandes escritores. Crean universos, se cuelan en nuestra vida diaria sin que nos demos cuenta.

EL LINK

https://www.senalcolombia.tv/cultura/franz-kafka-cien-anos-la-metamorfosis

EL DATO

  • Museos, teatros, institutos culturales y universidades se preparan para conmemorar cien años sin un autor clave; su presencia, no obstante, es omnipresente en la cultura occidental así como su influencia en la obra de escritores y pensadores contemporáneos.
  • Kafka, su estilo, su mirada, su voz y sus personajes han impregnado la cultura occidental de manera atroz. Ricardo Piglia, consagrado a pensar en su obra literaria y académica de qué modo se lee un texto y cuáles son las propiedades de un buen y un mal lector, imaginó un encuentro entre un joven Adolf Hitler y Kafka en Respiración artificial.
  • Kafka dispara contra la burocracia y con el modo en el que este sistema esclaviza al trabajador dentro de un engranaje de autoridades (y autoritarismos) y procesos mecánicos o absurdos que se reiteran hasta el infinito.

Fuente: La Nación.com

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