Estimados docentes: Dicen que “todo tiempo pasado fue mejor”. Y, a pesar de que esta frase se ha repetido de generación en generación, en esta época parece tomar aun más sentido, sobre todo si nos ponemos a pensar en lo que consumen nuestros hijos y alumnos en temas como redes sociales, cine, televisión, música popular, etc. Una de nuestras tareas como educadores es enseñar a los más jóvenes a apreciar las expresiones artísticas del pasado. En primer lugar porque contienen elementos de aprendizajes múltiples (o cruzados) como historia, idiosincrasia de otros pueblos, idiomas, costumbres, etc.

Y, por otro lado, reconocer y valorar el pasado en términos de lo que vemos y escuchamos nos permite también tener una visión más amplia, una perspectiva diferente acerca de todo lo que se nos ofrece hoy en redes sociales, televisión por cable e internet. Aun cuando varias tendencias educativas prefieren desterrar todo lo que sea pasado, otorgándole características negativas -caduco, anticuado, desfasado, inútil para efectos de las exigencias de los tiempos modernos- esta es una falacia absoluta. El ser humano es una especie que no ha cambiado mucho en los últimos dos mil años, en términos de capacidades físicas y emocionales. Por lo tanto, aquellas expresiones artísticas que antes promovían valores como el respeto, la tolerancia, la urbanidad, la buena educación, el romanticismo, etc., tienen muy poco de caducas. Si no son muy rentables es por la influencia de los medios que estimulan aquellos aspectos más primitivos de la especie humana. Porque son más atractivos y exigen menos esfuerzo de concentración, menos aprendizajes.

Tener presente lo que generaciones anteriores produjeron en cuanto a películas, canciones, programas cómicos, entre otras cosas, ayuda a entender cómo han ido degradándose las preferencias y prioridades del público cuando se trata de consumir esta clase de productos culturales. Parece un mero tema de entretenimiento pero, como docentes, sabemos que no es así. Cada cosa que vemos en una pantalla, en un local de cinema o en un canal de televisión, influye en nuestra manera de entender el mundo, de relacionarnos con los demás y en la formación de nuestro carácter. Tomemos eso en cuenta antes de descalificar el pasado como si fuera algo inservible.

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EL DATO

  • Diversos estudios sostienen que la enseñanza de las bellas artes, desde los primeros años de un niño, lo ayudan a desarrollar numerosas habilidades que lo acompañarán a lo largo de su vida. Por este motivo, la educación artística debe ser una pieza fundamental en la formación académica de los niños y no únicamente un complemento.
  • El hombre ha utilizado la música como medio de expresión durante siglos y esto no es una casualidad, pues la música tiene enormes beneficios en el desarrollo creativo, cognitivo e intelectual, siendo capaz de estimular diferentes secciones del cerebro, incluso el hemisferio izquierdo, encargado del aprendizaje del lenguaje, los números y el uso de la lógica.
  • El dibujo, la pintura y la escultura llevan a los niños a construir una representación de cómo piensan y la manera en la que ven el mundo; este es un proceso en el que el pequeño procesa lo que percibe en su entorno y lo reinterpreta con lo que siente en su interior. A un nivel emocional, las artes plásticas ayudan a que los niños forjen su personalidad, desarrollen su creatividad y mejoren su autoestima

Fuente: Montessori México

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