Estimados docentes: ¿Quién enseña cómo aprender? La respuesta parecería obvia -nosotros, los maestros- pero en realidad no lo es tanto. Y eso porque, incluso en nuestra profesión, se ha perdido un poco esa noción, como si aprender fuese algo que surge de manera natural, solo con poner un poco de atención. Parte de esta última aseveración es cierta pero, por supuesto, no basta con atender a la clase para aprender.

Lo primero sobre lo que habría que reflexionar -y, por razones de espacio en este post, mencionar brevemente con cargo a investigar más profundamente- es que el proceso de aprendizaje tiene dos formas de manifestarse. Una es la que ocurre casi de manera automática, por la activación de las neuronas conectadas a las emociones que van creando, por ejemplo, memoria auditiva, gustativa, táctil, servomecanismos que hacen que un individuo aprende aun sin darse cuenta.

La otra es aquella en la que una persona se induce a sí misma al aprendizaje, concentrándose para captar información, memorizarla e incorporarla al banco de datos cerebral con el cual todos venimos equipados. Un proceso no excluye al otro, por cierto. Ambos conforman el sorprendente funcionamiento neuronal y cerebral que nos permite almacenar datos, retener imágenes, crear recuerdos y ser capaces de organizarlos para luego, en un tercer y cuarto proceso mental, interpretarlos y aplicarlos a nuestra experiencia.

Aprender a aprender tiene que ver con reconocer esas posibilidades y dirigir nuestro propio proceso, a diferencia de actuar de forma mayormente pasiva frente a las cosas que se nos presentan para aprenderlas. Maestros y alumnos necesitamos entrenar nuestras condiciones de aprendizaje para potenciar sus resultados.

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EL DATO

  • Aprender a aprender significa que los estudiantes se comprometan a construir su conocimiento a partir de sus aprendizajes y experiencias vitales anteriores con el fin reutilizar y aplicar el conocimiento y las habilidades en una variedad de contextos.
  • La capacidad para proseguir y persistir en el aprendizaje, organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva realizar un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente.
  • En conclusión la competencia de aprender a aprender  requiere  una reflexión que favorezca el conocimiento de los procesos mentales a los que se entregan las personas cuando aprenden, un conocimiento sobre los propios procesos de aprendizaje.

Fuente: Blog de Educación

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