Estimados docentes: Normas de urbanidad y buenos modales. ¿Qué tan alejadas están las nuevas generaciones de estos dos aspectos básicos para la convivencia armónica en comunidades amicales o familiares? Uno de los buenos modales más antiguos y tradicionales es el de saludar. Uno, cuando llega a un lugar, conozca o no a las demás personas, suele ejecutar, casi de manera automática, algún tipo de saludo: una reverencia, inclinar levemente la cabeza hacia abajo, levantar la mano hacia los demás. Si es un lugar con personas que uno conoce, dará la mano y dirá “hola”. Apretones de manos entre hombres y besos en la mejilla entre mujeres (o de hombres a mujeres) es lo que se hace normalmente en nuestras sociedades occidentales.

Saludar es una muestra de educación y de consideración hacia los demás. También es la puerta de ingreso para cualquier clase de relacionamiento, laboral, profesional, amical, romántico. ¿Se imaginan el inicio de un romance sin que medie, por lo menos, un saludo? Los modelos conductuales que hoy admiran niños, niñas y adolescentes parecen, a pesar de ello, cada vez más convencidos de que el saludo ya no es tan necesario. En regiones pequeñas o provincias, aun puede verse que las personas locales se saluden entre sí y a los visitantes, sean conocidos o no. Sin embargo, en las ciudades, con la creciente subcultura de la desconfianza, saludar a alguien en la calle puede ser hasta sospechoso. “¿Por qué me saluda, qué me querrá hacer?”

Debemos estimular en clases la buena costumbre de saludar, aun cuando no conozcamos a las personas. Sin dejar de tomar precauciones, esto nos permite ir recuperando poco a poco esa noción de urbanidad y buenos modales que antes eran moneda corriente en familias y grupos de amistades y/o colegas, y que actualmente es una cosa rara, casi anacrónica y desfasada.

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EL DATO

  • Saludar – del latín “salutăre” – es importante porque expresa, como decíamos al principio, que uno se aproxima a otra persona con buenas intenciones, es como la garantía de que, salvo situaciones específicas que se produzcan durante la conversación, no habrá conflictos en ese encuentro.
  • Algunos saludos clásicos, que demuestran extremada sofisticación y respeto: quitarse el sombrero, acercar la mano de una mujer y besarla discretamente, inclinar el cuerpo hacia adelante (con claras reminiscencias de la cultura oriental en este caso) o sostener los antebrazos de la otra persona, como un medio-abrazo, una muestra de mayor cariño y confianza.
  • En suma, podemos decir que saludar(se) nunca pasará de moda, ya sea como elemento del protocolo social en grupos determinados de personas o como demostración individual de educación.

Fuente: Blog Derrama Magisterial

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