Estimados docentes: En estos tiempos, en que todo es más relativo que nunca en la historia de la humanidad, a veces hablar de «hacer lo correcto» termina visto como algo anacrónico, pasado de moda, anticuado. A esta situación contribuye la dañina mezcolanza de conceptos que, desde el surgimiento de esa forma de pensar en la relatividad de todo proceso mental y social, hoy se ha degradado al punto de confundir las cosas para las nuevas generaciones que no logran fijar en sus mentalidades aquellas nociones que antes separaban el bien del mal como una base sobre la cual, después, en la edad adulta, un individuo fuese capaz de tomar decisiones de manera libre y autónoma.
Por eso actualmente no todo lo correcto es bien visto. Por ejemplo, en contextos de interacciones sociales, ser muy correcto aleja a un adolescente de ser atractivo o popular, porque lo correcto generalmente resulta aburrido, poco atrevido. No terminamos de entender -y esto es un grave dilema para nuestros alumnos- que se puede ser atrevido sin ser vulgar, que se puede ser interesante sin ser pedante, que se puede ser popular sin ser ladrón o abusivo (lo que en nuestras aulas conocemos como «bully»). Hacer lo correcto puede que, efectivamente, no sea tan divertido como hacer lo incorrecto de vez en cuando (después de todo, quién no ha sido joven y ha buscado en la transgresión una forma de libertad y hasta de aprendizaje). Pero, si eso lo trasladamos a la vida adulta sin filtros ni diferenciación alguna, la línea que divide lo incorrecto de lo delincuencial o antietico se rompe para siempre y se instala en la vida común del país, un problema que hoy vive entre nosotros, más vigente que nunca.
Otro concepto moderno y útil en sociedades carcomidas por la corrupción es aquello de lo «políticamente correcto». Y aquí tenemos una paradoja que dificulta la comprensión de qué es hacer lo correcto. El pensamiento crítico, ese que tanto reclamamos y necesitamos para que nuestros estudiantes crezcan libres y no manipulables, tiene entre sus características ser «incorrecto» pero no desde el punto de vista ético sino desde el enfrentamiento a las imposturas, a quienes fingen ser correcto y/o usan un disfraz de legalidad para cometer fechorías, para engañar, para manipular a las masas. Porque una cosa es hacer lo correcto y otra muy diferente, es aparentar que se hace lo correcto para esconder, detrás de eso, otras intenciones diametralmente opuestas a eso.
EL LINK
https://www.enbuenacompania.com/lo-bueno-de-hacer-lo-correcto/
EL DATO
- La toma de decisiones éticas no es un acto aislado; es un compromiso continuo con los principios fundamentales que guían nuestras vidas.
- El poder de hacer lo correcto es una fuerza transformadora que trasciende las fronteras individuales para influir en el tejido social y global. Al reconocer la importancia de la ética nos empoderamos a nosotros mismos.
- La responsabilidad personal implica reconocer que nuestras acciones tienen consecuencias y que somos agentes activos en la creación de nuestro propio destino. Al asumir la responsabilidad de nuestras elecciones, fortalecemos nuestra capacidad para tomar decisiones éticas.
Fuente: Revista Petra
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