Estimados docentes: Dicen que lo más preciado en el ser humano es la libertad. La de expresarse, la de trabajar, la de vivir en paz. La libertad, sin embargo, es un bien social cuya fragilidad extrema la pone siempre al borde del abismo. Y no solo por lo opuesto, que vendría a ser la esclavitud o la represión de regímenes no democráticos, sino también por la enorme cantidad de malas interpretaciones quedan diversos niveles socioeconómicos y políticos al hecho y acto de ser libre, convirtiéndolo en un conjunto de comportamientos desorganizados que, en nombre de una mal conceptualizada noción de “libertad”, terminan generando vicios colectivos y desencuentros que, a la larga, no hacen más que generar aquellas situaciones que una sociedad libre rechazaría sin dudarlo.

Para empezar, lo más obvio. Como decían las generaciones más antiguas, mis derechos terminan donde comienzan los del prójimo, el otro. Este sencillo axioma suele desterrarse de las nuevas prácticas asociadas a “ser libre” en la posmodernidad, de forma tal que el ejercicio de la libertad queda condicionado, por ejemplo, a cuanta capacidad tengo de imponer mis libertades frente a otros colectivos más pequeños o de preferencias minoritarias. Un ejemplo de eso lo vimos en la polémica desplegada por la inauguración de los Juegos Olímpicos de París, recientemente concluidos.

Se antepuso la libertad de expresión de colectivos que, tradicionalmente, han sufrido injustas estigmatizaciones y recortes a sus propias libertades. Y, en el camino, se borró de la faz de la tierra la libertad que debieron ejercer aquellas personas, hombres y mujeres a nivel planetario, que no hubiesen optado voluntariamente por participar, como espectadores, de aquellas manifestaciones. Al ser de opinión mayoritariamente favorables, estas acciones fueron transmitidas en vivo y retransmitidas durante días, por todas partes. ¿Dónde quedaron las libertades de evitar eso? Sepultadas por el poder de la mayoría.

Desde el colegio, es importante que nuestros estudiantes entren en contacto con el concepto de libertad y sus variantes, para no cometer excesos o errores que distorsionen algo que es fundamental para el desarrollo armónico de la especie humana. Ser libres no solo significa no ser esclavos de alguien, o no tener que responder a las ordenes de un gobierno dictador. Ser libre también es estar apto para no caer en los condicionamientos de la moda, de las tendencias impuestas por la televisión o las redes sociales, de la millonaria publicidad que impone gustos y preferencias.

Ustedes, colegas ¿qué opinan?

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EL DATO

  • La escuela ─ y sus actores, sean estos maestros, tutores, estudiantes o padres de familia─ es un espacio que deberá responder a las necesidades de los contextos actuales. Frente a esto, es importantísimo que se creen, analicen y comprendan los espacios de libertad en la escuela, como espacios que llevarán hacia la transformación de los procesos de aprendizaje y, claro, de la sociedad en la que se inscriben.
  • La libertad, en términos generales, implica criterios como la dignidad humana, el respeto a los derechos y deberes humanos y el bien común. Por lo tanto, en la escuela deberá incluir libertades como la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de decisión y de actuación.
  • A modo de conclusión, vale la pena recalcar que la libertad en la escuela deberá siempre partir de el respeto a la dignidad de las personas y de los derechos humanos. Gracias a la libertad en la escuela, se fomenta la correcta comunicación y la identificación de los aspectos a mejorar dentro del contexto escolar.

Fuente: Lucaedu.com

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