Estimados docentes: Ceder el asiento a las personas mayores. Saludar a quienes pasan por nuestro costado aun cuando no nos conozcamos. No botar envolturas o botellas de plástico al suelo. No escuchar TikTok sin audífonos en un microbús lleno. Esas actitudes han sido reemplazadas por otras, totalmente opuestas: los niños/adolescentes no se levantan para ceder el asiento, a veces por indicación expresa de sus propios padres. Las personas no se saludan entre sí si es que no se conocen, hacerlo levanta de inmediato desconfianza (¿para qué me saluda? ¿qué oscuras intenciones tendrá?), desde las ventanas de costosos automóviles a toda velocidad, vemos cómo salen volando bolsas de galletas, botellas de gaseosa, colillas de cigarro. Y cada vez que uno sube a una unidad de transporte público, debe padecer la bulla de estática a volumen alto que jóvenes y no tan jóvenes hacen con sus celulares, mirando embrutecidos los chistes del YouTube, las malacrianzas de sus artistas favoritos, los gritos en un estadio.
Todas estas son muestras del retroceso que estamos experimentando en cuestiones básicas de urbanidad. Parece cosa de otro mundo, si uno se pone a pensar. Y es un problema de las ciudades grandes, marcadas por la inseguridad, el acoso en todas sus formas -de hombres a mujeres, a niños- y el individualismo solitario que nos han inoculado como forma de vida en un mundo cada vez más agresivo y desconectado emocionalmente, dependiente de tecnologías para divertirse e informarse, para trabajar y pasar el tiempo libre. Solo en provincias y pueblos chicos uno puede recibir una respuesta al saludo, con una cálida sonrisa, gesto de buena vecindad que hoy es casi una muestra de no estar enterado de lo que pasa en cada centímetro de nuestro cotidiano andar.
A pesar de esta situación tan grave como real, somos los docentes en las escuelas el primer bastión para recuperar la noción de urbanidad e instalarla en los comportamientos de las futuras generaciones. Al parecer, no podemos ir en contra de ciertas usanzas de la modernidad -el uso invasivo y molesto de los celulares sin audífonos, por ejemplo, es ya una batalla perdida- porque, al parecer, a nadie le parece raro ni incómodo (quien calla, otorga) pero sí es nuestro deber incidir en que hay otras formas de comportarse, de ser buen vecino y ciudadano, que es más fácil y satisfactorio ser amable y educado que ser patán y egoísta. Es una tarea ardua y en la que estamos visiblemente solos. Pero nada de ello debe hacernos retroceder en el intento. La urbanidad es garantía de buenas relaciones interpersonales, sanas y confiables.
EL LINK
https://www.educo.org/blog/x-consejos-para-ensenar-buenos-modales-a-los-ninos
EL DATO
- Las normas de urbanidad son un conjunto de reglas sociales que buscan regular la convivencia entre las personas en sociedad, estableciendo pautas de comportamiento que permiten una convivencia armoniosa y respetuosa. Estas normas son fundamentales para mantener una buena relación entre las personas y para garantizar el respeto mutuo.
- Además, las normas de urbanidad nos ayudan a desarrollar habilidades sociales que nos permiten relacionarnos mejor con los demás. Por ejemplo, saber saludar, despedirse, pedir disculpas, dar las gracias, entre otras habilidades, nos permite establecer relaciones más sólidas y duraderas.
- En la actualidad, la falta de urbanidad y el desconocimiento de las normas de convivencia pueden dar lugar a situaciones incómodas, conflictos y malentendidos que pueden afectar negativamente las relaciones interpersonales y la calidad de vida en sociedad. Por ello, es importante conocer y aplicar las normas de urbanidad, tanto en el ámbito personal como profesional.
Fuente: Encanto y Viajes.com
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