Estimados docentes: Una de las cosas que no se enseñan necesariamente en la escuela es a alcanzar la madurez emocional y mental que permita a nuestros estudiantes a atravesar, de la manera menos traumática posible, los umbrales que separan la niñez de la adolescencia y, posteriormente, la adolescencia de la primera adultez. Esto es así desde hace mucho, ya que se entiende normalmente que los colegios distribuyen información práctica y conocimientos pero no se inmiscuyen en la vida familiar y psíquica del alumnado.

Sin embargo, la experiencia nos ha demostrado que sí es necesario y vital que los niños y niñas reciban soportes emocionales en las aulas ya que allí pasan la mayor parte de su tiempo. Sobre todo en estos tiempos, en que los padres y madres trabajan y casi nunca -salvo fines de semana, feriados y periodos vacacionales que cada vez son más cortos- comparten tiempos extendidos con sus hijos. Madurar es un proceso lento e imperceptible, resultado de la combinación de vivencias individuales, aprendizajes previos adquiridos por los ejemplos que se ven en casa, y situaciones externas como situación económica, vínculos afectivos, estructuras familiares funcionales o disfuncionales, etc.

En nuestro idioma, entendemos “la madurez” en dos sentidos: el primero, cuando las personas se hacen mayores, son consideradas personas “maduras” -aquí se entiende que están ya consolidadas, hechas y derechas, aunque también se mezcla con la noción de quien inicia el proceso de envejecimiento, con todas sus consecuencias. Y el segundo, del cual nos estamos ocupando en este post, tiene que ver con la capacidad de tomarse las cosas en serio, abandonando las actitudes despreocupadas/descuidadas, propias de la primera infancia y niñez, para asumir un comportamiento más enfocado en aquellas cosas y actividades que realmente serán útiles en la vida futura.

¿Se puede aprender a madurar? La respuesta directa es no, pues como decimos se trata de un proceso individual enlazado a las experiencias específicas que cada persona atraviesa. Sin embargo, hay aspectos como la lectura, el contacto con las realidades ajenas, el desarrollo de valores como la compasión, la empatía y el pensamiento crítico sí son herramientas que ayudan a un adolescente a madurar. Hay casos en que las condiciones de vida difíciles hacen madurar a niños muy anticipadamente. No es este el espacio para ocuparnos de si ello es bueno o no- pronto dedicaremos un post a este tema- pero el hecho es que las nuevas generaciones, atiborradas de sobre estímulos ligeros y de poco valor, necesitan madurar para entender su propio futuro como personas.

EL LINK

https://blog.bosquedefantasias.com/crianza/senales-madurez-hijos-hijas

EL DATO

  • Cuando los chicos se convierten en adolescentes creen que lo saben todo y no se dejan aconsejar. Si quieren madurar, tienen que abrir su mente y apoyarse en los consejos de los demás. Deben dejar su inseguridad y comenzar a explorar nuevos caminos.
  • Uno de los grandes problemas de nuestros jóvenes es la adición a los videojuegos que suele afectar más a los chicos que a las chicas. Según un estudio del Injuve, los videojuegos les crean una sensación de desafío y riesgo constante que les aleja de la realidad.
  • Por último uno de los mejores consejos para la maduración de los jóvenes es que todos los días vayan asumiendo más riesgos intentando superar el miedo al fracaso. Ir poco a poco asumiendo responsabilidades les ayudará a confiar en sí mismos. Poco a poco aprenderán a disfrutar del mundo nuevo que se abre ante ellos.

Fuente: Sapos y Princesas.com

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