Estimados docentes: En términos generales, la frustración es entendida como una emoción poco deseable, negativa, que genera desánimo y molestia. Y es cierto, lo es. Pero aprender a manejar los eventos frustrantes es vital para todo individuo, porque le da la capacidad para resistir momentos difíciles, para asumir consecuencias de errores -que pueden ser desde los más superficiales hasta los más graves- y, de cada episodio, extraer enseñanzas que sirvan para templar el carácter, fortalecer la personalidad y preparar el camino para que, en posteriores oportunidades, enfrentemos las cosas que nos ponga la vida por delante sin que esa frustración nos paralice o resienta.

Frustrarse equivale a rebelarse ante aquello que no sale como queremos, en un intento por simplificar el concepto. Esa rebeldía es, en determinados estadios de nuestra formación como personas -cuando estamos, por ejemplo, en edad escolar- necesaria para entender que no siempre vamos a conseguir lo que se nos apetece, sin mayor esfuerzo o sin mayor dolor. Es necesario experimentar la frustración y, sobre todo, saber aprovecharla como materia prima de un aprendizaje para la vida que nos servirá en toda ocasión, sea personal, laboral, amorosa, profesional o coyuntural.

Uno de los problemas de las nuevas generaciones es que crecen teniéndolo todo a la mano -nos referimos, por supuesto, a poblaciones urbanas de contextos socioeconómicos de clases medias y altas, incluso clases bajas con acceso libre a crédito- y eso les impide siquiera conocer la frustración. Y cuando algo frustrante les ocurre, las reacciones son destempladas, engreídas, carentes de humildad, especialmente cuando hablamos de cosas menores como, por ejemplo, no poder tener el último videojuego o el celular de moda, porque sus padres no tienen dinero para comprárselo cuando él/ella quiera.

Esa clase de frustraciones son patéticas si las comparamos, por ejemplo, a frustrarse por no ingresar a la universidad o por ser rechazado en un grupo social. Pero, en general, toda esa rabia que la frustración causa, si no es bien procesada en cualquiera de esos casos, puede traer como resultado la conformación de una personalidad agresiva e intolerante, incapaz de recibir un NO por respuesta y que crezca pensando que todo lo que pida, al instante, se le debe dar sin duda alguna.

Aquí, una interesante entrevista sobre el tema. Entrevista completa aquí

EL LINK

https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/frustracion-en-el-aula/

EL DATO

  • Un modelo educativo sobreprotector o muy exigente hace que el niño reduzca su habilidad para enfrentarse a los problemas cotidianos. Marcarles límites, ayudarles a expresar sus emociones y a desarrollar su creatividad son algunas de las claves.
  • Hay un factor educativo muy importante que es el de enseñar a los niños, desde pequeños, a tolerar la frustración. La sociedad tan exigente y veloz en la que vivimos, donde las metas deben conseguirse con eficacia y rapidez, lleva a que los niños no valoren el proceso de aprendizaje como un reto en el que el ensayo y el error forman parte de generar una habilidad.
  • La frustración surge cuando no se logra un objetivo con la inmediatez deseada. Así, explica que «cierto nivel de frustración es adecuado para el desarrollo psicológico del niño y sirve como motivador del aprendizaje y experiencia para la vida adulta.

Fuente: El Mundo.com

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