Estimados docentes: Este año, tan difícil para el mundo entero, está sacando a flote algunas de las mejores y peores actitudes humanas, una realidad de la cual necesitamos todos aprender y reflexionar si aspiramos a construir, a partir de las cenizas del coronavirus, una verdadera nueva normalidad más consciente de los problemas que estamos ocasionando como especie a nuestro ecosistema, nuestro único hogar común a toda la especie humana, nuestro querido planeta tierra.
Así, junto a casos reprobables de delincuencia, falta de responsabilidad para cumplir las disposiciones, casos terribles de acoso doméstico y acciones negativas de empresas que buscaron no cumplir con los derechos de sus trabajadores; hemos sido también testigos de muchos casos de solidaridad, tolerancia, responsabilidad ciudadana y compasión, de individuos, colectivos de personas e instituciones que se dedicaron a intentar a aliviar las dificultades de sus prójimos, no solo con donaciones o acciones estratégicas de solidaridad sino simple y llanamente haciendo caso a las restricciones, en la medida de lo posible.
Frente a la agresividad de quienes se niegan a usar mascarillas y organizan fiestas clandestinas, exponiéndose y exponiendo a los demás al contagio del coronavirus, o de los ciclistas que se suben a las veredas y exigen que no se les critique por ello, pongamos por delante los buenos ejemplos de quienes sí tomaron en cuenta las necesidades y dificultades de los demás. La empatía, aquello que les falta a los fiesteros y anti-máscaras, debe ganar protagonismo como aprendizaje, hábito y sobre todo, como sentimiento incorporado a nuestro diario andar, así aseguraremos una convivencia más organizadas y agradable para el futuro.
EL LINK
EL DATO
- El estudio ‘Finish First Steps’ (‘Primeros Pasos’) llevado a cabo por la Universidad de Jyväskylä y la Universidad de Turku, ambas finesas, acaba de refutar la hipótesis. Aunque no ha acabado, ya ha arrojado sus primeros resultados: el valor de la empatía en los docentes ejerce un fuerte poder sobre los estudiantes porque les motiva, les estimula y es clave para su desarrollo académico.
- Según el informe, la capacidad de los profesores de ver más allá de los resultados académicos y los rostros de los alumnos es muy importante para conseguir una formación de calidad. Un ejemplo de los resultados de llevar a cabo esta práctica lo encontramos en Diego Ojeda, docente de Inglés jubilado que centró sus clases en establecer un buen vínculo con sus estudiantes. Bajo su punto de vista, “no tiene sentido que alguien utilice herramientas innovadoras y que, sin embargo, considere a sus estudiantes solo como sujetos descontextualizados”.
- Para ser un profesor empático y convertirse en referente en la formación de los estudiantes, es necesario seguir algunas pautas sencillas. Según Mercedes Bermejo, directora de Psicólogos Pozuelo, una de las características que mejoran la relación profesor-estudiantes es la escucha activa: interesarse por la opinión del alumno, comprenderle y ofrecerle apoyo emocional para entender cómo se siente en un momento dado. “Para afianzar la adquisición del aprendizaje, este debe ir unido a lo emocional porque con afecto todo se interioriza mejor”.
- Además, otras de las pautas a seguir es saber escuchar, interpretar las señales no verbales de los estudiantes, mostrar comprensión y prestar ayuda emocional personalizada.
Fuente: Educación 3.0
En momentos de crisis y dificultad, la empa
tia puede actuar como catalizador, es un me
dio para q’ fluya la armonia, la identificación
de necesidades y esa colaboración activa donde ser parte del grupo y no arquitecto
del conflicto. El valor de la empatia en los docentes, ejerce un fuerte poder sobre los
estudiantes porque los motiva, los estimula
y es clave para su desarrollo académico y una formación de calidad.