Estimados docentes: Desde que comenzaron a hacerse populares en los años cuarenta del siglo pasado, las historietas -en algunos países latinoamericanos, como el Perú, se les decía “chistes” y “tiras cómicas”- se incorporaron de inmediato al bagaje de la cultura gráfica de grandes y chicos, por su natural capacidad para integrar entretenimiento, imaginación, información y aprendizajes múltiples, a través de historias y personajes que podían representar una idea fuerza de carácter universal -la justicia, la amistad, la libertad- o simplemente, a partir del escapismo divertido, ofrecer herramientas de enseñanza en valores, manejo de símbolos, consejos para crecer sanamente, etc.
A las caricaturas de publicaciones diarias, semanales o mensuales se comenzaron a sumar las historias seriales de personajes que encarnaron las esperanzas de la población mundial en un momento difícil. Una vez terminadas las guerras mundiales -o en pleno trance de resolución de estos tristes conflictos globales- la presencia de superhéroes concitó la atención con mensajes nacionalistas, positivos y de reivindicación, pero también de control social y defensa frente a la criminalidad. Por otro lado, el surgimiento del universo de Walt Disney y sus principales competencias -Warner Bros., Hannah & Barbera- construyeron un universo de personajes fantasiosos dirigidos al mundo infantil que llevaban, dentro de su esquema de entretenimiento, fuertes cargas de material educativo a todo nivel: uso del lenguaje, colores y formas, técnicas de animación, musicalización y emociones.
Con las décadas, el arte gráfico para contar historias o más conocido como cómics se fue diversificando y haciendo más sofisticado, con géneros y subgéneros que le agregaron atractivos múltiples. Desde las adaptaciones al formato literario, expresadas de manera espectacular y diversa a través de la novela gráfica -que en Estados Unidos y Europa adquirió una profundidad que vemos hasta el día de hoy- y el surgimiento de mentes privilegiadas como los argentinos Quino o Roberto Fontanarrosa -creadores de Mafalda e Inodoro Pereyra, respectivamente-, el cómic creció a nivel mundial y hoy cada país tiene su propio desarrollo de este arte moderno, el noveno arte.
Para fines educativos, el cómic puede ubicarse como la consecuencia histórica de las pinturas rupestres y los jeroglíficos, una prolongación que le añade elementos de creatividad, tecnología y sentido sociocultural. En esa lógica, usar los cómics como herramientas de enseñanza es una manera de enriquecer el lenguaje del docente con elementos que capturen la atención de los estudiantes con algo que ubican como divertido, más asociado a sus ratos libres que a las estrictas agendas de clase.
EL LINK
https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/claves-comic-educacion/
EL DATO
- El cómic tiene su origen prehistórico con los jeroglíficos. El ser humano desde hace 14.000 años tuvo la necesidad de expresarse a través de dibujos para explicar una historia, un acontecimiento. Esta práctica ha evolucionado notablemente en el siglo XXI y fue acogida en el periodismo para contar hechos políticos y económicos con humor.
- En el ámbito de la educación, al cómic se lo utiliza como un recurso pedagógico para la enseñanza y aprendizaje en niveles escolares, bachillerato y universidad. En este espacio nace el proyecto denominado “El cómic como recurso educativo para mejorar las destrezas lectoescritoras en estudiantes de bachillerato del país”.
- Por ello, la utilización de la herramienta del cómic como recurso didáctico contempla la lectura reflexiva, inicialmente, y contribuye al desarrollo de los tres niveles de comprensión lectora: literal, inferencial y crítico. El buen lector comprende en los tres niveles, lo que permite una aceptable valoración e interpretación de lo que lee, es decir, una mayor inferencia, por ejemplo, la relación del título con la portada y el contenido, la interpretación y análisis de los argumentos y finalmente la aplicación en la vida.
Fuente: Cultura Científica.com
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