Estimados docentes: Los fraudes alimentarios están a la orden del día. Como muchas otras cosas, estas malas prácticas existen desde antes de la revolución tecnológica, pero hoy están peores que nunca. ¿Se acuerdan que, hace treinta o cuarenta años, ya se hablaba de que ciertas compañías inescrupulosas, dedicadas a la venta de bebidas alcohólicas como cerveza o vino, reemplazaban el producto que ofrecían por otro de menor calidad y lo ponían en envases diferentes? Pues bien, la tecnología, tan sofisticada y en permanente perfeccionamiento, también ha permitido que estos reemplazos ilegales se den en toda serie de productos para la alimentación.
Esto, además de ser una abierta estafa, es un profundo problema de salud pública. Hace algunos años, se hizo viral una noticia en que una conocida compañía de productos lácteos fue impedida de vender sus productos en los Estados Unidos pues no informaba los verdaderos niveles de cierto componente que, en cantidades normales, permite la conservación por determinado tiempo pero, en volúmenes elevados, generaba inflamaciones en diversos órganos humanos y hasta el riesgo de contraer cáncer por su consumo.
En el documental que acompaña a este post, se muestra con detalle y crudeza la forma en que diversos productos en Europa y EE.UU. son alterados premeditadamente para abaratar costos, aumentar su capacidad de conservación y mostrar apariencias más saludables, saltándose obligatorios procedimientos de seguridad sanitaria que ponen en peligro la vida de sus clientes en todo el mundo. Difundamos esta información en nuestras escuelas para que los estudiantes eviten caer en el consumo descontrolado de aquellos productos que les venden como atractivos, sanos y deliciosos, sin revisar al detalle su composición e ingredientes.
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EL DATO
- Constituye fraude alimentario toda acción con fines de lucro en la que se mienta deliberadamente a los consumidores sobre la calidad o el contenido de un producto alimenticio.
- Como el fraude alimentario puede producirse en cualquier fase de la cadena de suministro y, en algunos casos, no puede detectarse si no se cuenta con equipos especiales, reducir las posibilidades de que ocurra no es tarea fácil.
- El fraude alimentario es nocivo para la salud del consumidor. Es posible que se hayan agregado sustancias tóxicas o perdido nutrientes esenciales en el proceso, lo que aumenta el riesgo de contraer una enfermedad transmitida por alimentos.
Fuente: IAEA.com
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