Estimados docentes: Los acontecimientos recientes ocurridos en el Perú han sido vistos con preocupación y admiración por el mundo entero. Preocupación por las consecuencias trágicas expresadas en las innecesarias y violentas muertes de dos jóvenes estudiantes, y admiración por la multitudinaria movilización ciudadana que surgió a partir de una lucha común por evitar que se produzca una alteración gravísima del orden democrático promovida por grupos de poder político que buscaban sus intereses particulares por encima del bien común.
El tema de la revolución como salida ciudadana parece un asunto de historiadores, algo del pasado que solo debe ser visto como recuerdo. Pero esta situación –que también se ha vivido este año en otros países como Estados Unidos o Chile- ha demostrado ser más vigente que nunca. Decenas de miles de jóvenes, la gran mayoría estudiantes de academias y universidades de primeros ciclos, salieron a las calles a exigir que salgan aquellos personajes que quisieron tomar decisiones ajenas al interés general. Y lo lograron. Normalmente, debido a décadas de desinformación intencional, “ser revolucionario” es visto en sí mismo como algo negativo. Pero en realidad tiene que ver con el contexto con los objetivos, con las necesidades de la población que se manifiesta y expresa su opinión.
A lo largo de la historia, las revoluciones han cambiado el rumbo de las naciones. A veces los resultados no han sido del todo buenos pero, en otros sí han servido para conquistar derechos civiles, alcanzar libertades, recuperar democracias y bloquear el paso a intereses corruptos o subalternos. Los estudiantes demostraron, en Perú, con sus protestas pacíficas, que están listos para liderar una nueva revolución, con convocatorias coloridas, creativas e informadas, a través de las redes sociales y estableciendo nuevas formas de expresión ciudadana de la opinión, que comparten y difunden con gran efecto multiplicador y apoyo, sumándose a una larga tradición de movimientos civiles, sociales, de buenas intenciones y mejores resultados.
La escuela y la educación debe resaltar estas experiencias para las nuevas generaciones, para comenzar a liberarlas del embotamiento de estímulos distractores que el establishment suele organizar para mantenerlas entretenidas pensando que todo está bien como está. El pensamiento crítico no solo es un curso, es también una actitud ante las cosas. Y si los jóvenes no aprenden esa clase de sensibilidad ahora, no lo harán nunca cuando se vuelvan adultos.
El canal argentino Encuentro ha lanzado esta serie documental que cuenta la historia de importantes revoluciones, con manejo gráfico asociado al cómic e información útil para entender los procesos de cada país. Más allá de las motivaciones de cada una, es necesario para aprender que las sociedades van cambiando en busca de las mejores condiciones, justas y equitativas, para sus poblaciones.
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EL DATO
- El origen de la palabra revolución está en el término latín ‘revoltum’ que significa “dar vueltas”. Hoy entendemos este término como un cambio radical o violento, una transformación inmediata y de algún tipo de orden.
- Según la ciencia de la revolución, existen tres tipos de revolución según sus características, protagonistas y causas: política, económica, social.
Fuente: La Vanguardia.com
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