Estimados docentes: Hasta antes de la pandemia, una de las principales críticas al sistema educativo “tradicional” era la supuesta conclusión de que las escuelas ya no aportaban lo necesario para la formación de los estudiantes. Muchos subgéneros de lo que se consideraba “moderno” en términos educativos comenzaron a aparecer: aula invertida, educación a puertas abiertas, homeschooling.

Pero, en lugar de presentarlas como alternativas o complementos, eran vistas como el futuro de la educación, las técnicas que iban a terminar desplazando y cerrando las escuelas, cosa que jamás ocurrió pues, en medio de los debates y los congresos internacionales en los que se sobre estimaba a la educación fuera de las aulas, los alumnos seguían asistiendo, diariamente, a sus instituciones educativas.

La pandemia del COVID-19 hizo, en cuestión de días, lo que aquellos futurólogos de la educación no pudieron lograr en años de discursos y críticas al colegio como espacio. De un momento a otro, miles de escuelas en el mundo entero cerraron sus puertas para evitar contactos cercanos y riesgos de contagio de esta mortal enfermedad que, aun cuando ya parece estar retrocediendo gracias a las vacunas y a las medidas restrictivas que, poco a poco, han ido incorporándose a nuestra vida diaria, sigue siendo una amenaza para nuestra tranquilidad y la de nuestros seres queridos y conocidos.

Y, entonces, la realidad tomó el lugar que le habían quitado los discursos reformistas pro tecnología para decirnos que las escuelas fueron, son y seguirán siendo el espacio ideal, adecuado, para que el proceso enseñanza-aprendizaje alcance sus objetivos. Después de dos años de escuela cerradas, padres de familia, maestros, analistas de la educación y expertos en tecnología coinciden en que la educación presencial es irreemplazable y que todas las herramientas que antes se pensaban como sustitutos del colegio hoy son vistas en su verdadera dimensión: útiles como soporte y refuerzo mas no como una nueva forma de educar que prescinda de la interacción directa y los espacios apropiados -aulas, patios, laboratorios- que forman la estructura básica del colegio clásico. Esta merecida revaloración de la escuela debe servir como base para los nuevos modelos que combinen lo presencial con lo virtual y tecnológico.

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EL DATO

  • Primero, la educación presencial no es solamente para adquirir acceso a contenidos. Sino que es también un espacio donde hay innumerables oportunidades para desarrollar de manera permanente habilidades socioemocionales y adquirir valores para vivir en sociedad.
  • Este ‘otro’ tipo de aprendizajes, tan importante como las asignaturas y contenidos de los planes curriculares, son más complejos de estimular en los entornos virtuales. No es que no se pueda, pero requerían esfuerzos adicionales.
  • Cuando pasamos de la educación presencial a la virtual existe un reto importante en cuanto a poder ‘traducir’ las estrategias pedagógicas. El uso del tiempo, la gestión de la atención y la motivación, la meta-cognición (aprender a aprender) son retos que deben considerarse a la hora de planear los programas de enseñanza a distancia, y lo mismo ocurre con la formación de los docentes que requieren mucho más que habilidades instrumentales para enseñar a distancia.

Fuente: Educación 3.0.com

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