Estimados docentes: Aunque ya no son novedad, sigue siendo impactante verlas, de vez en cuando, en noticieros internacionales. Se trata de las montañas de plástico que terminan conformando “islas” en medio de los océanos, formadas por los desechos que nosotros, los seres humanos, botamos indiscriminada e irreflexivamente al mar. Son décadas de décadas de una ausencia total de conciencia de las poblaciones modernizadas y consumistas, en especial en los rubros del turismo masivo, que van aumentando la cantidad de elementos plásticos que nada tienen que hacer en las masas de agua que son hogar de miles de especies animales que ven amenazada su supervivencia.

Hace unas semanas, la noticia de una pequeña cría de ballena, un animal hermoso e impresionante, que había quedado atrapada en los restos de una red de pesca, conmovió a esa minoría de personas que sí han internalizado la necesidad de frenar este ataque a nuestro planeta, perpetrado por nosotros mismos. Afortunadamente, el animal pudo ser liberado gracias a la intervención de unos investigadores y pescadores que estaban cerca. Pero ese es solo un caso. A diario, es incalculable la cantidad de especies marinas que ingieren bolsas de plástico, se atragantan con tapas de plástico, son ahorcadas por lianas sintéticas y redes.

Las nuevas generaciones tienen, en nosotros sus docentes, la oportunidad de acceder a esta información y formar así su sensibilidad hacia el medio ambiente, el cuidado de la vida animal y la importancia de no arrojar plásticos al mar. Lamentablemente, estamos perdiendo la batalla. Ver a maestros que son atacados por una gavilla de cinco adolescentes, que reciben golpes en la cara, con las manos y casacas, que son insultados y pisoteados en su dignidad de profesionales, desprovistos de autoridad y sin posibilidad de lograr justicia ya que sus agresores son protegidos en todo aspecto por ser “menores de edad” ubica a una distancia muy extensa el proyecto de concientizarlos para ser mejore personas.

Es una realidad de nuestra profesión que no podemos evadir. ¿Cómo hacemos pensar en las islas de plástico, la muerte de animales y el reciclaje a adolescentes que se comportan así?

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EL DATO

  • Su sobrenombre, el séptimo continente, ya lo dice todo y no es para menos. La isla de basura que flota en el Pacífico triplica el tamaño de Francia y es el mayor vertedero oceánico del mundo con 1,8 billones de trozos de plástico flotante que matan, cada año, a miles de animales marinos entre California y Hawái.
  • Las evidencias científicas señalan al continente asiático como la principal fuente de residuos que alimenta la gran isla de basura en el Pacífico, así como al incremento de la pesca industrial en el océano más grande del mundo.
  • El descubrimiento de la isla de plástico en el mar ha servido para concienciar a miles de personas y para impulsar numerosas iniciativas para reducir la presencia de los plásticos en los océanos.

Fuente: Iberdrola.com

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