Estimados docentes: Como si no tuviéramos suficientes problemas con la tercera ola del COVID-19, la congestión e incertidumbre política, la falta de trabajo y las cuarentenas que vienen y van en todo el mundo, ahora tenemos que lidiar con un nuevo frente de batalla, esta vez idiomático.
El llamado “lenguaje inclusivo” es algo frente a lo que debemos tomar posición, como docentes. No tiene mucho que ver –o nada, podríamos decir- con luchas reivindicativas de respeto a la diferencia de orientaciones sexuales –un tema en el que, además, estamos de acuerdo con su promoción y consolidación- sino con un cierto nivel de confusión con respecto a la función social del lenguaje, que ha llevado a los colectivos defensores de estas variantes lingüísticas –que mutan más rápido que el coronavirus- a exacerbar sus puntos de vista y tachan de “machistas” o “sexistas” a quienes simplemente se levantan por la conservación del buen uso del lenguaje.
Un dato interesante: toda la familia de lenguas de origen árabe y medio oriental carece de géneros. Lo que en español es “la” y “el”, “un” o “una” –y todas las posibilidades de pronombres diferenciados, masculinos y femeninos, que se derivan- NO EXISTEN en idiomas como el turco, el árabe, el afgano y demás. Están libres de esa norma gramatical. Y son los países en que menos se respeta a la mujer y ni hablemos de otras opciones LGTBI, que pueden ser encarcelados y condenados a muerte. ¿Realmente creen que diciendo “todes”, “munda”, “cuerpa” se va a reducir la tasa de feminicidios y abusos sexuales en el Perú?
Es, como tantas otras cosas de las que padecemos, una muestra de lo poco que hemos avanzado en educación a nivel mundial. Conceptos como estos, si fuésemos sociedades medianamente informadas, no pasarían de la puerta. Sin embargo, el tema del lenguaje inclusivo se ha metido en las mesas de debate académico, quitándonos un tiempo valioso que podríamos invertir en consolidar, de forma real, sistemas educativos, legales e ideológicos que destierren la violencia de hombres a mujeres, de mujeres a hombres o de una orientación sexual diferente a otra.
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EL DATO
- El género gramatical no se corresponde con el género o sexo. En su opinión, quienes insisten en confundir las categorías de la lengua con categorías del mundo material, se conducen a contradicciones que llegan al absurdo.
- No debe confundirse el género con palabras referidas a hombres y mujeres. En nuestro idioma hay dos tipos de género: el formal que se basa en la forma de las palabras y el semántico basado en el sexo del ser humano o animal.
- Las clases nominales no se limitan a masculino y femenino en todas las lenguas. En el caso del chino o el bribri las palabras se categorizan según su forma (ya sea plana, larga o redonda), otros utilizan las categorías animado/inanimado o racional/irracional. Y en algunas lenguas africanas existen cinco géneros diferentes.
Fuente: Universidad de Costa Rica
El Estado Peruano, ha dispuesto como poli
tica nacional el uso del lenguaje inclusivo, en todos los niveles de gobierno, ambos se
xos, si se evoca sólo a los varones o al gene’
rico humano. El lenguaje inclusivo, hace re
ferencia a toda expresión verbal o escrita q’
utiliza preferiblemente vocabulario neutro.