Estimados docentes: La educación pre-pandémica, en los últimos años, decidió –casi de manera unilateral- satanizar a la memoria, uno de los mecanismos cerebrales más fantásticos con los que viene equipado el ser humano. Debido a una mala interpretación de sus utilidades, los educadores comenzaron a basar la decisión sobre qué era buen o mal aprendizaje sobre un indicador falaz: cuántos datos un alumno podía memorizar y repetir “de paporreta”, sin analizar ni contextualizar, sin sacar propias conclusiones. A partir de allí, la memoria se convirtió en “enemiga” de lo que se quiso recuperar, el pensamiento crítico, la reflexión no memorística, la asociación de ideas.

Lo cierto es que en esos procesos, la memoria también interviene y no de manera superficial. ¿Cómo seríamos capaces de formar nuestra propia opinión sobre algo si no recordáramos los elementos de aquellas que aprendimos previamente? ¿De la nada? Imposible. El recuerdo, como tal, la capacidad de guardar en la memoria y traer a colación del pensamiento presente hechos, historias, desarrollos, personajes, del pasado, es vital para un pensamiento crítico que posea algo de profundidad. Memorizar no está mal. Lo que está mal es reemplazar todo por el ejercicio memorístico sin incorporarlo a un sistema de aprendizaje múltiple que incluya comparaciones, reflexiones, sentimientos y conclusiones lógicas.

La tecnología se ha convertido, como en tantas otras cosas, en un supresor de la memoria. ¿Cuántas veces no recordamos ni siquiera el número telefónico de nuestros hijos o nuestras parejas, únicamente porque ya no necesitamos hacerlo pues está grabado en “la memoria” artificial de nuestro celular? Basta buscar en la lista de contactos, hacer click y listo. Este ejemplo sirve para darnos cuenta de que, cada vez menos, estamos en necesidad de entrenar nuestra memoria, forzarla a recordar, hacer trabajar las neuronas en ese propósito.

Otro aspecto que enfrente la modernidad con la memoria es la calidad de recuerdos que están atesorando las nuevas generaciones. ¿Por qué son tan populares los programas que reseñan artistas, shows, programas, comerciales, canciones y formas de vivir del pasado? Porque activan nuestros recuerdos, nuestras nostalgias, memorias de un tiempo diferente, en que hablábamos más en casa, jugábamos más en parques, no dependíamos de estar conectados todo el día. De aquí a cincuenta años, ¿qué recordarán los jóvenes de hoy, que viven pegados a las redes sociales, escuchan reggaetones desde que tienen uso de razón y ven solo faranduleros torpes, promiscuos y agresivos en los programas de televisión más sintonizados?

EL LINK

https://montsearmero.com/la-importancia-de-nuestros-recuerdos/

EL DATO

  • Durante mucho tiempo se ha pensado que la invención de la calculadora electrónica condujo a un deterioro en nuestra capacidad para realizar matemáticas mentales. Ahora se cree que lo mismo podría estar ocurriendo con tecnología que utilizamos hoy en día para comunicarnos y el impacto que está teniendo en nuestra capacidad para recordar.
  • Algunos científicos creen que nuestra memoria de trabajo es un mejor pronosticador de los logros en el aprendizaje escolar que el coeficiente intelectual, porque la memoria de trabajo, dicen, es independiente de nuestro nivel socioeconómico.
  • «Los estudios han demostrado que ver mucha televisión perjudica nuestra memoria de trabajo porque con una exposición tan breve y limitada a la información, se restringe nuestra capacidad de atención, de participación y de llevar a cabo una conexión significativa con la información que se nos da», dice la doctora Alloway.

Fuente: BBC.com

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  • Memoria,es la capacidad para recordar.
    Recordar,traer a la memoria algo aprendido
    Tecnologia,conjunto de conocimientos pro
    pio de una te’cnica,hay una decentralizacio’
    n en torno a los conceptos de recordar y ol
    vidar,desviando los li’mites entre el archivo
    y la memoria como objeto de consumo y co
    mo objeto de control spcial.

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