Música y emociones: Aprendiendo a ser mejores seres humanos

Estimados docentes: Frecuentemente se dice que la música es útil como estímulo de procesos cerebrales relacionados a ciencias exactas: matemáticas, lógica, cálculo espacial. Incluso se menciona que, a través de la música podemos potenciar nuestras posibilidades de aprender múltiples cosas a la vez, gracias a las características integradoras y globales del arte musical. Así, según el tipo de música que escuchemos podemos aprender idiomas, geografía, historia, costumbres de otros países, de otras épocas, etc.

Todo esto es cierto. Sin embargo, del aspecto que menos se habla cuando establecemos la relación entre música y educación es el que tiene que ver con las emociones.

Como toda obra de arte, la composición musical nace, evoluciona y se concreta sobre la base de una emoción: puede ser alegría, angustia, tristeza, ilusión, miedo, romanticismo, protesta, vértigo, languidez. Puede ser la cantata Carmina Burana de Karl Orff  o el huayno Ojos azules de Ayacucho. Cualquier melodía tiene la capacidad de emocionarnos y conectarnos con la emoción que motivó su creación. Es decir, al escuchar o interpretar una pieza musical nos enlazamos con el universo emocional de su autor, en una simbiosis humana de primer nivel en términos de su valor como generadora de las llamadas “habilidades blandas”, tan presentes en el discurso de la educación moderna: empatía, sensibilidad, tolerancia, civismo, identidad nacional.

De eso y otras interesantes cuestiones nos habla nuestro amigo Ramón Gener, pianista y comunicador español, a quien tuvimos ocasión de entrevistar durante el 2019. En el siguiente enlace, la conferencia magistral que ofreció recientemente al portal del BBVA, dirigida a maestros y padres de familia. Que la disfruten.

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EL DATO

Relación entre música y educación

• Estudios científicos señalan que la música tiene efectos positivos en el desarrollo cognitivo, creativo, intelectual y psicológico de los niños. Incluso se ha demostrado que la música estimula el hemisferio izquierdo del cerebro, el encargado del aprendizaje del lenguaje, los números y el uso de la lógica.
• El aprendizaje musical ayuda a la sociabilización y fomenta la colaboración, el espíritu crítico y el respeto cuando se hacen actividades colectivas. Además, a través de las canciones se pueden aprender valores, hábitos, el alfabeto, las tablas de multiplicar, etc.
• Por ejemplo, podemos relacionar la tabla del número tres con el ritmo del vals. Es más, a partir del estudio de un instrumento se pueden trabajar muchas asignaturas: geografía (de donde es originario), historia (cuándo apareció), matemáticas (tamaño y proporciones), física (acústica y sonoridad), plástica (dibujándolo o creándolo con distintos materiales) y todo lo que se le ocurra al profesor.
• La música proporciona sensaciones placenteras, endulza nuestras vidas.  Un potente crescendo orquestal puede conmovernos y emocionarnos, así como la banda sonora de una película puede ser proveedora de una increíble carga emotiva. 
• La música es clave para estudiar las capacidades y funcionalidades del cerebro, especialmente las relacionadas con las emociones, algo realmente complejo que moviliza todos nuestros recursos y que está en permanente estado de investigación, además, permite indagar acerca de la organización cerebral, siendo una inestimable oportunidad para estudiar las funciones más desarrolladas del ser humano.
• La unidad presente en el fenómeno musical, se refleja en todas sus dimensiones (física, emocional, vivencial y cognitiva) y se corresponde con la unificación e integración de los procesos cerebrales. No sorprende, pues, que la música sea considerada como un poderoso estímulo multisensorial.

Fuentes: Emagister.com / Asociación San José.org