Estimados docentes: Es una imagen recurrente del mundo moderno que trasciende todos los análisis y recomendaciones que nos damos entre nosotros mismos en todos los congresos educativos y socioculturales a los que hayamos asistido en los últimos 25 años. Las personas no pueden despegarse de sus celulares -palabra que usamos en varios de nuestros países para denominar a los teléfonos móviles, portátiles, hoy también conocidos como “teléfonos inteligentes” o Smartphones. No importa cuántas advertencias lancemos en videos, tutoriales, documentos, diagnósticos psicológicos. Somo adictos a nuestros teléfonos. Todos lo somos.
Ya sea porque es nuestra principal -y, en algunos casos, única- herramienta de trabajo o porque sirva para estudiar, comprar, divertirnos, relajarnos o matar el tiempo inútil mientras esperamos que nos atienda el banco, el dentista o la compañía de seguros, la realidad es que andamos todos pegados al teléfono móvil. Y, si al salir de casa nos olvidamos de él, parte de nuestro mundo diario se derrumba de manera irremediable. Si aun estamos a tiempo, correremos a casa para rescatarlo y volver a ponerlo en el bolsillo, en la maleta, en la cartera. Y si ya es demasiado tarde, nos invadirá una sensación de ansiedad similar a la que antes sentíamos cuando, por ejemplo, estábamos a punto de dar un examen o a la espera del resultado de un examen médico crucial para saber si seguiremos vivos o no.
¿Les parece exagerado? Pues no lo es. A pesar de todas las evidencias que existen, la nomofobia o adicción al celular, aunque otros la definen como la desesperación cuando no lo tiene uno cerca, que no es lo mismo, pero es igual -parafraseando al gran cantautor cubano Silvio Rodríguez- sigue siendo mencionada en artículos y blogs de internet como un problema que tienen otros. pero, lo real es que todos, de una u otra manera, lo padecemos. Y, lo que es peor, lo hemos normalizado. Andar neurótico porque se nos perdió el teléfono es visto como un rasgo común del profesional o del joven moderno. Sin embargo, es de tal irracionalidad depender de un aparato tecnológico que, mirado con frialdad, define la desconexión que la humanidad tiene hoy de su mismísima esencia.
¿Ustedes qué piensas de esto, maestros?
EL LINK
https://www.iberdrola.com/compromiso-social/nomofobia
EL DATO
- La “nomofobia” o miedo a separarse del teléfono ha boicoteado las relaciones interpersonales, reduciéndolas a un simple emoji o una fría nota de voz. Y es que el exceso de comunicación puede llegar a ser perjudicial para los temas que merecen hablarse cara a cara.
- El teléfono se ha vuelto una necesidad innegable, pero tampoco es que vaya a dejar de respirar por dejarlo a un lado por una hora. Una posible respuesta es buscar actividades que lo obliguen a abandonar el aparato y que sean igual de entretenidas.
- Como padres debemos supervisar las horas que nuestros hijos usan el teléfono y predicar con el ejemplo. Debemos tener mayor conciencia de cuánto rato estamos mirando la pantalla y dejando de compartir con ellos.
Fuente: Diario Gestión.com
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