Estimados docentes: El pasado 8 de septiembre una noticia sacudió al mundo entero. La Reina Isabel II, que acababa de celebrar 70 años de su coronación, había fallecido en el palacio de Balmoral, lugar de veraneo de la familia real británica, en Escocia. La política, la alta sociedad, la historia y el arte coinciden en la trascendencia de este acontecimiento, por razones que van desde las más críticas a la institución monárquica -el inicio del fin- hasta quienes reconocen en Isabel II a un personaje que fue, para bien y para mal, parte de miles de ingleses, irlandeses, escoceses y galeses quienes jamás, en su tiempo de vida, vieron otra reina en sus países.

La importancia de la Reina Isabel II va más allá de si estamos o no de acuerdo con aquello que representa. Para cualquier persona medianamente informada, no es ninguna novedad que el Imperio Británico causó extremados daños a sus colonias en África, Centro y Sudamérica, Asia y Oceanía, durante siglos. Y que la permanencia de una familia real en el último siglo y medio se debió más que nada a una suerte de tradición protocolar, plagada de privilegios, ingresos provenientes de la recaudación a los ciudadanos del Reino Unido y diversos escándalos. Sin embargo, la imagen de la Reina Isabel II ha acompañado a los ingleses durante toda su historia reciente, como un componente de su hábitat natural.

Hechos como las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial -que ella vivió entre los 17 y los 21 años de edad-, la Beatlemanía, las revoluciones de Paris y Praga de 1968, la Guerra Fría, la Perestroika, la caída del Muro de Berlín, el nombramiento de siete papas de la iglesia católica, la irrupción de las redes sociales e internet, todos estos hechos han tenido a la Reina Isabel II como testigo presencial. En el caso de la recordad Princesa de Gales, Diana Spencer -o simplemente Lady Di- la imagen de su carácter puso en entredicho diversos aspectos de la monarquía que lideraba y, hasta hoy, es un tema que divide de forma irreconciliable a sus críticos y defensores.

En suma, se trata de un personaje de interés mundial que nos permite conocer un poco más las tradiciones y protocolos asociados a una vida monárquica que, siglos atrás, era tan común como ahora lo son los selfies y las videoconferencias. Hasta Netflix le dedicó una de sus más sintonizadas series, The Crown, para sumergirse en la historia y detalles de una fascinante saga que tiene de historia, de traición, de política, de sociedad y de arte.

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EL DATO

  • Isabel Alejandra María empezó a ser la reina Isabel II el 2 de junio de 1953, cuando fue coronada tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI. Recibió la noticia mientras estaba de viaje en Sudáfrica. Desde allí se comprometió, a través de un discurso radiofónico, a dedicar toda su vida a Reino Unido.
  • Los pequeños perros color arena con orejas puntiagudas tuvieron una presencia permanente en la corte de Isabel II, a la que seguían por cada habitación del Palacio de Buckingham, además de aparecer en fotos y retratos oficiales.
  • Profesional como pocas y con la idea bien clara de que el que reina no gobierna, Isabel II utilizó el poder del silencio para afianzar una monarquía que se había tambaleado en 1936 cuando su tío, el rey Eduardo VIII, abdicó y, también, cuando la princesa Diana, exesposa del príncipe de Gales, murió en agosto de 1997.

Fuente: El Colombiano.com

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