Estimados docentes: Bolas de cristal, lecturas del tarot, horóscopos. Desde que el mundo es mundo, los seres humanos han vivido fascinados con la idea de poder predecir el futuro. Ahí tenemos, por ejemplo, las interpretaciones premonitorias que José, un esclavo hebreo, hacía de los sueños del Faraón en el antiguo Egipto. O las profecías del astrólogo francés Michel de Nostradamus (1503–1566), que son consultadas hasta ahora para entender sucesos históricos de los siglos 19, 20 y 21.
Cada año que termina, las redes sociales y páginas de internet se llenan de videos, notas y reportes sobre las predicciones para el año siguiente. Desastres económicos, viajes en familia, campeonatos mundiales, permanencia de tal presidente o tal ministro en sus cargos, el futuro de una relación amorosa. Todas estas supersticiones movilizan a propios y ajenos, de manera transversal a los niveles educativos, culturales y socioeconómicos. Esto se debe a que la especie humana vive siempre preocupada por el futuro pero no desde el punto de vista de la previsión sino de lo que traerá el azar, sin intervenir demasiado en la evolución de los hechos que determinan los resultados de cada acción que uno emprenda.
En esto de la superstición se combinan varios temas de interés, desde el punto de vista del estudio y la reflexión: la noción del destino como algo escrito que nada puede alterar, la magia expresada en el don de ciertas personas para predecir el futuro, las ansias por saber qué va a pasar con mi trabajo, mi relación, mi salud. Las ciencias ocultas o “pseudociencias” como son llamadas en algunos círculos, como por ejemplo la parapsicología, la clarividencia, el chamanismo, todas están involucradas en esta tendencia humana a querer saber qué pasará mañana.
Y, aunque pueda ser cierto que determinadas personas tengan una especie de poder o don para visualizar o intuir sobre los hechos por venir, la gran mayoría de predicciones, lecturas de cartas (y otras similares como las líneas de las manos, los fondos del café, las hojas de coca, etc.) que aparecen publicadas en YouTube y otras redes, no pasan de ser conjeturas elaboradas sobre la base de noticias publicadas previamente y proyecciones/conclusiones que no necesitan de ningún talento paranormal para ser presentadas como algo que puede pasar en las siguientes semanas o meses.
EL LINK
https://www.dw.com/es/la-raz%C3%B3n-por-la-que-nos-gustan-tanto-los-hor%C3%B3scopos/a-62279512
EL DATO
- Desde que pisamos esta curiosa Tierra por primera vez, los seres humanos hemos tratado de adivinar qué nos depararía el futuro en los tiempos venideros. Por ello, muchas personas acudían al Oráculo de Delfos a conocer su suerte, miraban al cielo para pronosticar qué pasaría (el hombre del tiempo es, al fin y al cabo, un brujo un poco institucionalizado) o trataron de leer los posos del té antes de beberlo.
- Lo más importante es desarrollar el pensamiento crítico para no creernos todo lo que nos dicen. Es importante también dejar de sentir temor por el futuro y entender que aunque no podamos controlar lo que está por venir no pasa nada.
- Se cuenta que un vidente le advirtió con mucha razón a Julio César aquello de «cuídate de los idus de marzo» y cuando ocurrió el 11 de septiembre todo el mundo quiso ver en las confusas predicciones de Nostradamus una señal. Aún hoy, cada vez que sucede algo (desde el coronavirus a un atentado terrorista), internet se llena de artículos sobre Baba Vanga, la anciana búlgara ciega que, supuestamente, lo predice todo.
Fuente: El Confidencial.com
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