Estimados docentes: La educación tradicional, como sabemos muchos de nosotros que tuvimos formaciones académicas ancladas en el siglo pasado, privilegió la recepción pasiva de conocimientos, por parte del alumnado. El profesor dictaba, daba directivas, establecía parámetros y ellos estudiantes seguían esas pautas sin opinar, sin participar. Como todo, este modelo tuvo su cenit ya que se basaba en el manejo de la autoridad, por parte del docente, para decir qué hacer y cómo aprender; y la memoria como principal insumo por parte del alumno, para retener y fijar los conocimientos en su mente.
Las cosas, por supuesto, han cambiado y todos también lo sabemos. Las nuevas promociones de maestros y muchas de las anteriores hemos aprendido a adaptar los nuevos predicamentos pedagógicos, que establecen la posibilidad valiosa de que niños, niñas y adolescentes abandonen esa pasividad y la cambien por lo contrario. Una educación participativa, en la que alumnos y maestros interactúen de manera permanente es la principal premisa del aprendizaje activo, una forma de que el proceso enseñanza-aprendizaje crezca y se nutra de la opinión y la toma de decisiones de los estudiantes, ayudados por la mano orientadora del docente y los miles de alternativas que brinda la modernidad.
En realidad, no se trata de reemplazar una cosa con la otra. Como todo en la educación, hablando de una educación moderna y de avanzada, la actitud pasiva del estudiante debe mantenerse cuando toca hacer caso, estar atentos, cumplir indicaciones. Y la activa, cuando se le da la palabra, cuando se le solicita intervenir, debe estimularse sin presiones, a la medida de cada individuo para promover su propio desarrollo y autonomía, además de que esa visión activa permite introducir el pensamiento crítico, en especial en el Nivel Secundaria, cuando los alumnos ya tienen experiencias de socialización y contacto con los medios de comunicación y la hiper información tecnológica como para poner sobre la mesa sus criterios. Pero sin perder la noción de autoridad, para que el docente logre ser visto como una persona cuyo criterio genere confianza, respeto y ascendencia, vitales para el aprendizaje.
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EL DATO
- El aprendizaje activo es aquel en el que el alumnado pasa de un aprendizaje conceptual a un aprendizaje práctico, aplicado a situaciones concretas en las que se exijan poner en juego diferentes conocimientos, habilidades, destrezas o técnicas, junto a un conjunto de procedimientos y actitudes que le permitan resolver con éxito la tarea planteada en diferentes situaciones reales o simuladas.
- La actividad de aprendizaje debe favorecer, por supuesto, el autoconocimiento, la creatividad y los demás talentos de los alumnos. Además tiene en cuenta las diferencias entre ellos y, por tanto, se presenta de forma abierta, sin un único modo de resolución y con distintos grados de dificultad.
- El aprendizaje activo está relacionado con el constructivismo, con la construcción activa y constructiva del conocimiento por parte del propio estudiante. Considerando que aprender no es copiar o reproducir la realidad sino construir el conocimiento, es decir integrarlo, modificarlo y establecer relaciones con los conocimientos previos.
Fuente: UNIR (España)
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