Estimados docentes: Parece una utopía sentarnos a hablar del bien común después de ver las noticias: agresivos jóvenes asaltan, en moto, a una anciana, que terminó arrastrada en el suelo varios metros por tratar de evitar que le arrebaten su cartera, donde llevaba su jubilación recién sacada del banco. Candidatos a altos cargos públicos son descubiertos haciendo negocios turbios con empresarios, para financiar campañas en las que ofrecen mejorar la vida de la gente. Clínicas y tiendas privadas cobran miles de soles o dólares a familias empobrecidas, sin recursos ni trabajo estable, con cartas notariales incluidas, días después de haber perdido a tres de sus miembros a causa del coronavirus. Jóvenes, hombres y mujeres, en bicicletas y en scooters, se suben a las veredas, se pasan las luces rojas del semáforo, invaden zonas de transeúntes, pasan a toda velocidad y sin detenerse, obligando a los que vienen caminando a saltar para abrirles paso. Y así.
¿Dónde está el bien común en estos ejemplos? En algún lugar de nuestra imaginación, por supuesto. ¿Qué podemos hacer, desde la educación de niños y adolescentes, no solo para que entiendan lo mal que se comportan estos adultos –tanto los delincuentes agresivos como los políticos/empresarios corruptos como los ciclistas que creen que las luces rojas no afectan su circulación y que las veredas les pertenecen- sino que, para cuando ellos sean adultos, no repliquen estos nocivos comportamientos?
La respuesta no es una sola y tampoco es concluyente. La solución viene desde varias aristas: la política, la explosión demográfica, la economía orientada a la ganancia de unos pocos con el trabajo de muchos, la corrupción. El bien común es lo opuesto al egoísmo individualista que muchas veces es promovido como cosa excelente por algunas escuelas privadas de negocios y mercachifles de la autoayuda, que a veces lo hacen de manera velada y otras, abiertamente.
La solidaridad, el respeto a la diferencia, el cumplimiento de las normas, la idea de que no todo es una competencia salvaje por el primer lugar, por el premio mayor, son los componentes de la construcción del bien común. No son solo “habilidades blandas” sino aquellos comportamientos y sentimientos que nos acercan a la idea de ser humano. “Eso viene de casa” decían los antiguos, en épocas en que uno podía ubicar más o menos con claridad qué era “una casa”. Pero hoy con tanta relatividad y alternativas de solución a diversidades múltiples, es la educación la que permite entender y desenredar el mundo confuso que estamos dejando a las nuevas generaciones.
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EL DATO
- ¿Está en la naturaleza del ser humano la búsqueda del bien común, o en cambio somos seres egoístas? Este debate tan actual ya se producía en la Grecia clásica, hace 2,500 años. Entonces se enfrentaban los partidarios de la democracia contra los seguidores de la aristocracia. Esta lucha iba más allá de la simple pelea por un tipo de gobierno. Estaba en juego la interpretación de la misma esencia de la existencia humana, un conflicto que hoy sigue abierto.
- En la antigüedad se impuso la idea de que todas las personas comparten una naturaleza común que dicta su comportamiento. Nació así el concepto de Derecho Natural y de la existencia de leyes que son comunes a todos los seres humanos porque representan la naturaleza de las personas. Pero nació así una nueva cuestión: ¿Cómo es la naturaleza del ser humano?
Fuente: Debate21.com
El compromiso del docente, y la responsabi
lidad de un manejo práctico, con enfoque del bien común, en el contenido del covid-19, para lo cual se pretende fortalecer la competencia docente, q’ permita reconocer
la trascendencia e importancia del bien co
mu’n, desde su rol y liderazgo promover va
lores, como la equidad, justicia,solidaridad,,,