Estimados docentes: El Mundial de Futbol Catar 2022 llega a su final este fin de semana. Y son, nuevamente, muchas las lecciones positivas que podemos acopiar tras un certamen de esta naturaleza, incluso cuando en el caso específico del campeonato desarrollado en tierras cataríes hayan surgido una serie de cuestionamientos, desde su elección como sede -relacionada a asuntos comerciales, de dinero, a partir de los negocios extradeportivos que la FIFA realiza desde hace décadas- hasta cuestiones socioculturales que han afectado, en diversas medidas, tanto al público en general que asiste a esta clase de eventos -a raíz de las restricciones que rigen en ese país- como a grupos sociales determinados -mujeres, comunidades como la LGTBI- por las mismas razones.

Dicho esto, hay valores que cruzan, de manera transversal, la práctica de este popular deporte que siempre debemos tener en cuenta cuando hablemos de este tema con nuestros alumnos, en camino a convertirse en ciudadanos capaces de respetar las diferencias, tener vergüenza deportiva, dignidad frente al rival y altura ante los países derrotados. Por ejemplo, malos fueron los ejemplos de algunos jugadores de Uruguay y Argentina, que tuvieron reacciones condenables en sus respectivos partidos. En el primer caso, más allá de que el tema de injusticias por parte del árbitro sea discutible, nada justifica el vandalismo o la violencia grupal que los uruguayos demostraron. En el caso argentino, burlarse de la tristeza de los jugadores del equipo al que acaban de ganarle no tiene nada que ver con el espíritu deportivo.

Las acciones éticas relacionadas al juego son siempre puestas a prueba en el contexto de un partido de futbol. Por ejemplo, ¿cómo catalogamos “fingir un penal” o hacer pasar una jugada prohibida como válida? ¿Hacer un gol con la mano, sobreactuar ante una falta inexistente o golpear a alguien y aducir que no fue así, se permite en el juego como “tácticas” o deben condenarse como ejemplos de aquello que no debe tolerarse y trasladar eso a la vida cotidiana? Tener estas cosas en cuenta nos permiten desarrollar una visión más integral del deporte, considerando el respeto a las normas del juego y evitar el engaño como uno más de los valores futbolísticos que solemos enseñar en clase como el trabajo en equipo, la disciplina, el respeto al líder, etc.

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EL DATO

  • «Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol», escribió el filósofo y novelista Albert Camus. Durante un partido de fútbol, los jugadores deben tomar muchas decisiones.
  • Muchos entrenadores de equipos de fútbol infantiles trabajan los valores de sus jugadores a la vez que les preparan técnica y tácticamente. Saben que hay valores que les ayudarán a rendir más en el terreno de juego.
  • El fútbol ayuda a que los niños interioricen los valores adecuados gracias al ejemplo que perciben en las personas que son importantes para ellos. Y a la constancia de ponerlos en práctica una y otra vez. Porque hay que muscular los valores del mismo modo que las piernas.

Fuente: La Vanguardia.com

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