Estimados docentes: La información general está por todos lados, respecto de qué es y para qué sirve el ahora famoso Chat GPT, una aplicación tecnológica que entusiasma tanto como preocupa, a diversos sectores de la sociedad laboral. En ambos casos se trata de reacciones desproporcionadas acerca de una novedosa herramienta que aun no tiene claros ni sus propósitos ni sus verdaderas potencialidades.
Podemos empezar, para darle un tono diferente a esta nota -y no ser una más de las que copia-y-pega lo que ya han publicado miles de webs y medios de comunicación- es que las letras GPT significan Generative Pre-trained Transformer -en español “un transformador generativo pre-entrenado”-, una descripción más o menos técnica que trata de explicar en tres o cuatro palabras su principal función: generar respuestas predeterminadas sobre cualquier cosa usando como fuente la enorme base de datos, palabras, significantes y hasta intenciones que es hoy por hoy la internet. ¿Se imaginan el volumen de información que ha acumulado el buscador Google en un cuarto de siglo de existencia? Pues bien, ese banco infinito de conceptos y datos es lo que usa el Chat GPT para generar y transformar en respuestas ante las consultas de sus usuarios. Y es un chat porque se genera una interacción directa, de conversación o diálogo, entre usuario y la aplicación, dándole sentido de realidad.
En la película de ciencia ficción Her (Ella, Spike Jonze, 2013), un hombre solitario se involucra en una relación ficticia con un robot de voz y nombre femeninos especializado en redactar cartas de amor a pedido del usuario. La obsesión es profunda y conduce al protagonista por caminos inesperados y sorprendentes. La vacuidad de la vida moderna, la soledad y la búsqueda de algo “perfecto” son temas que esta película explora y de alguna forma, critica. Sin embargo, ese mundo de fantasía está haciéndose realidad con la aparición del Chat GPT que tiene, entre sus funciones, una de responder de manera personal consultas que pueden ir desde un pronóstico de clima hasta consejos para suicidarse. De hecho, sobre esto último, ya se ha reportado el caso de un ciudadano belga que terminó suicidándose tras chatear como “Eliza”, una de las identidades que adopta el robot del Chat GPT.
El problema no es la aplicación en sí misma sino el uso que le damos nosotros, las expectativas que nos formamos con respecto a las posibilidades de la tecnología y, sobre todo, las intenciones que rodean nuestro acercamiento a esas creaciones que nacen siempre de un conjunto de cerebros humanos expertos en conexiones, chips y computadoras. Ni sus bondades son tan buenas ni sus peligros deberían ser tan preocupantes. Al final, eso lo determina el tipo de sociedad en la que estamos viviendo, orientada al éxito material, estar al día con las modas de ocasión y reemplazar trabajo humano por el de máquinas.
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EL DATO
- Los chatbots tienen un alcance limitado y unos resultados singulares, pero son noticia y fascinan a la gente, lo cual es bueno. En los tres últimos meses, millones de usuarios han puesto a prueba el potencial y los límites de ChatGPT.
- De hecho, los humanos deberían preocuparse menos de que ChatGPT les deje sin trabajo y más de que les deje sin trabajo alguien que sepa utilizar eficazmente esta tecnología.
- ChatGPT resulta útil explicando conceptos y poniendo ejemplos. Sin embargo, no es de fiar como motor de búsqueda o fuente de información. Por tanto, las respuestas que produce y que no se puedan verificar fácilmente deberían ser puestas en cuarentena.
Fuente: Educación 3.0
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