Estimados docentes: Aprender a tocar piano debe ser una de las cosas más difíciles de hacer, ya que es un instrumento que requiere de una coordinación y control de las acciones cerebrales sumamente sofisticadas, que se ordenan a ambas manos para crear universos musicales de enorme complejidad y belleza.
Por eso nos admiramos cuando vemos, en internet, videos de niños o adolescentes que alcanzan gran destreza, precisión y velocidad para interpretar piezas de música clásica, o incluso pasajes conocidos de canciones de rock y jazz. Estas personas llevan a la práctica y a la realidad la existencia de la inteligencia musical, descrita por expertos en el proceso de aprendizaje como Daniel Goleman y Howard Gardner.
Tocar el piano activa una serie de sinapsis neuronales que no cualquiera puede tener en las mismas medidas y es necesario que, como docentes, sepamos captar los talentos y aptitudes naturales de aquellos alumnos que las posean, aun sin haberse dado cuenta de ello.
La historia del piano es fascinante y abarca todos los géneros musicales europeos desde el siglo XVIII. Su evolución y variantes son, por supuesto, innumerables. A partir de los primeros experimentos con la música electrónica y la aparición de los diversos tipos de teclados eléctricos que se comenzaron a usar en géneros como el rock y el jazz (en la década de los sesenta), los pianistas tienen cada vez más opciones de desarrollar sus habilidades.
Desde las suaves melodías de Chopin -las famosas «polonesas»- hasta las melodías de Mozart, Beethoven o Liszt. Desde los boleros de Armando Manzanero y Agustín Lara hasta las baladas de Billy Joel o Elton John. Desde el rock and roll de Little Richard hasta la música de la nueva era de Kitaro y Yanni, desde el jazz de Bill Evans hasta la salsa, el piano ofrece texturas musicales y atmósferas que nos pueden hacer soñar y relajarnos, como ponernos en acción y salir a bailar.
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EL DATO
Aprender a tocar el piano es, además de una actividad placentera desde el punto de vista musical y estético, una fuente valiosa de entrenamiento cerebral y manejo de emociones, control, disciplina, etc. Aquí, cinco razones tomadas del blog de la profesora de piano Angela Casal:
- Desarrolla conexiones neuronales que permiten mejorar la memoria, la orientación, la coordinación, la disociación, entre otras, dado que estudiar un instrumento requiere de años de práctica y aprendizaje, pues crea conexiones alternativas en el cerebro que compensan los declives cognitivos producidos por el envejecimiento.
- Genera un estado mental de flujo que produce una enorme satisfacción, con la cual mejoramos nuestra calidad de vida y nos acercamos al sentimiento de felicidad, librándonos de tensiones y preocupaciones durante la ejecución del instrumento para tener mayor claridad cuando las obligaciones sean retomadas.
- Al ser un instrumento tan incluyente en cuanto a la cantidad de notas que se pueden tocar simultáneamente, permite casi reemplazar una orquesta, lo que genera muchas posibilidades sonoras y ofrece la oportunidad de conocer y explorar muchos géneros musicales.
- Puede ser interpretado como instrumento solista o como acompañante en una agrupación. Además, la tecnología ha permitido que los teclados electrónicos tengan herramientas para reproducir sonidos múltiples y hacer pistas donde suenan varios instrumentos simultáneamente, siendo autónomo el pianista para componer e interpretar su propia música.
- Sirve como elemento de integración social, al ofrecer a las demás personas un regalo como es la música hecha por nosotros mismos. Muchos de nuestros familiares y amigos al reunirse, anhelarían tener música en vivo en sus reuniones y eventos, ya que los hace más sensibles y emotivos. Esta es una oportunidad para mostrar lo que hemos aprendido en el piano.
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