Estimados docentes: De un tiempo a esta parte, pareciera que cada vez tenemos menos opciones de comidas saludables. Lamentablemente, las pruebas científicas que aseveran que productos envasados, industrializados, golosinas y grasas saturadas son extremadamente dañinos para la salud humana son fuertes e irrefutables, a pesar de que las grandes corporaciones insistan en que no es tan grave. Y a pesar también de que nosotros mismos, acostumbrados a esta clase de consumos, veamos con mucha dificultad la opción de modificar hábitos e ir abandonando de manera definitiva, la comida chatarra tanto en nuestra dieta personal como de nuestros alumnos e hijos.
Por otra parte, amplios sectores de nuestras poblaciones simplemente no pueden ni siquiera pensar en adaptarse a costumbres alimenticias más orgánicas para tratar de evitar, reducir y erradicar las harinas procesadas o las sales y azúcares comunes a los principales productos de la llamada “canasta básica familiar” que incluye alimentos como arroz, pan, papas, fideos, leche en sus diversas versiones, azúcar y aceites. Y no pueden por una cuestión muy sencilla, los costos de esas comidas anunciadas como “más sanas” son inaccesibles en una dinámica de consumo permanente. Quizás de vez en cuando, en clases medias y medias bajas. Pero una vez cruzada la línea de la pobreza, la comida orgánica califica como lujo.
En ese contexto, un nuevo enemigo ha salido al frente de nuestras posibilidades de mantener la buena salud consumiendo lo que nos venden a diario en mercados, tiendas y supermercados. Y son las micropartículas de plástico o micro plástico que se transfieren, desde los envases y bolsas, a los productos contenidos en ellas. Incluso los más sanos. Por ejemplo, una bolsa de plástico llena de lechugas hidropónicas, una botella de agua mineral, un empaque de galletas integrales.
Todos esos envoltorios de plástico dejan un rastro invisible de micro plásticos que, tarde o temprano, terminan ingresando a nuestros organismos. Aun no existen consensos respecto a los riesgos reales ni a cómo combatirlos. Pero, sin duda, considerando el principio básico de que el ser humano no usa el plástico para consumirlo, queda claro que beneficioso no es. Así que debemos estar atentos a las actualizaciones científicas sobre este preocupante tema.
EL LINK
https://elpais.com/elpais/2017/09/15/ciencia/1505486278_480615.html
EL DATO
- En enero de 2024, las redes sociales, los periódicos, los telediarios e, incluso, muchas conversaciones casuales en España se centraron en una marea de pallets de plásticos que llegó a las costas de Galicia y Asturias. Entre los términos más utilizados está el de los «micro plásticos» y sus efectos para las personas pero ¿qué daño, si es que hay alguno, causan a la salud humana?
- En 2022, un grupo de investigadores del CSIC publicó un estudio en Scientific Reports en el que aseguraban que la ingesta de micro plásticos reduce la diversidad bacteriana del microbiota del colon.
- Los micro plásticos están en la sal, la cerveza, las frutas y verduras frescas y el agua potable. Las partículas transportadas por el aire pueden dar la vuelta al globo en cuestión de días y caer del cielo como una lluvia.
Fuente: National Geographic
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