Estimados docentes: La educación no solo proviene de las aulas escolares. Esto, que suena extraño dicho por un docente, es una verdad “más grande que una catedral” como decían nuestros padres y abuelos. Todo, absolutamente todo, desde la relación entre padres e hijos hasta las cosas que uno ve en la calle -carteles, transacciones comerciales, interacción con otras personas, imágenes de todo tipo- contiene información que se instala en nuestros cerebros como aprendizajes.

Y, en esa variopinta y extensa gama de fuentes de información, los productos culturales son de los más potentes contenedores de significados, simbologías, conocimientos y datos que sirven para dar forma a nociones como la memoria audiovisual, la identidad nacional, la identidad de género, el pensamiento crítico, la apreciación artística, el respeto por la naturaleza, etc…

Por ejemplo, una película o un documental, durante su tiempo de proyección, tiene una serie de elementos: música, escenografías naturales o lugares históricos, idiomas, actores y actrices que reflejan emociones, reacciones frente a situaciones límite de todo tipo. Los murales, es otro ejemplo, son una combinación de creatividad urbana popular con colores, representaciones gráficas de toda índole.

Esta industria cultural no solo incluye a las artes formales o clásicas -literatura, música, pintura- pues también podemos mencionar la publicidad, la televisión, el cine, el cómic, el deporte, y un largo etcétera.     

EL LINK

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EL DATO

  • Una de las interrogantes alrededor de la cultura es la definición de producto cultural, pues, en muchos de los casos, se ciñe a parámetros relacionados con las artesanías, el arte, las manifestaciones populares o las tradiciones sociales sin llegar a una precisión.
  • Entendamos los productos culturales como las piezas, los bienes culturales, las obras que aportan elementos al desarrollo del patrimonio cultural, que cuentan con procesos de producción específicos y que, en la medida del conocimiento a fondo de la particularidad de la producción, podremos comprender más el valor de su aportación cultural.
  • En la actualidad, la distribución de los productos culturales genera reflexiones en torno a la importancia de desplazar nuestros espacios de distribución cultural hacia la constitución de verdaderas industrias culturales, basadas en acciones metodológicas que nos permitan optimizar recursos y realizar seguimientos para alcanzar metas a corto, mediano y largo plazo.

Fuente: Othón Tellez.com

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