Estimados docentes: La crisis alimentaria amenaza por primera vez al mundo moderno. Palabras como “hambruna”, “sequía”, “escasez” comienzan a ser comunes en informes de grandes cadenas informativas como CNN, BBC, Deutsche Welle -la que produce el documental que acompaña este post- y preocupan porque, por más que quisiéramos creerlo, no se trata de una exageración ni de un invento de grupos de poder.

Efectivamente, la agricultura mundial está padeciendo una serie de dificultades por dos situaciones de consecuencias globales: la pandemia, que azotó las economías, sectores laborales y actividades productivas durante dos años y cuyos efectos aun no se desvanecen; y la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha generado problemas en la producción, distribución y precios de fertilizantes, sustancias que contribuyen a la producción masiva de alimentos que conforman la llamada “canasta básica familiar”: trigo para elaborar pan, fideos o para alimentar la industria avícola (pollos), pastos que alimentan a ganados vacuno, ovino, etc., han tenido un frenazo que eleva sus costos y dificulta toda la cadena asociada a hacer que estos productos lleguen a las mesas de hogares en distintos países del mundo.

Esta situación merece toda nuestra atención y la toma de precauciones. Incluso, a un nivel más complejo de análisis, nos lleva a replantear la forma en que consumimos alimentos. Quizás en el futuro el pan y los fideos, hoy considerados parte de esa canasta básica -el precio del pan incluso es una variable usada como barómetro para medir el desarrollo económico y alimentario de un país- sean vistos de manera diferente. Las nuevas tendencias nutricionales desarrolladas por expertos mencionan que el exceso de consumo de panes y fideos es dañino para la salud, causa sobrepeso, producción exagerada de azúcares y carbohidratos en el organismo, diabetes y demás. Por tanto, modificar hábitos y pasar al consumo masivo de productos orgánicos, frutas y/o verduras, sería lo recomendable. El problema es que tanto el pan como los fideos siguen siendo preferidos por su bajo costo y no todas las familias están preparadas para realizar ese cambio radical en su forma de alimentarse.

EL LINK

https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2022/05/la-crisis-alimentaria-mundial-se-agrava-con-el-tambaleo-del-suministro-de-fertilizantes

EL DATO

  • En Perú, el costo de los alimentos y bebidas no alcohólicas ha aumentado más de 13% en el último año. Y la FAO calcula que, en lo que queda del 2022, el precio de estos alimentos subirá entre 8% y 22% más en todo el mundo. La inflación global de insumos está propiciada, entre otros factores, por los estragos de la pandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania.
  • El vendedor de abarrotes sabe bien que, si los productos aumentan de precio, los más vulnerables serán los principales afectados. “Si sube el costo sufre el consumidor, el sueldo no alcanza para comprar, a nosotros los vendedores también nos afecta porque no vendemos”.
  • Este aumento de precios en Perú se enmarca en un contexto de inseguridad alimentaria, que se ha agudizado en los países de América Latina a raíz de la pandemia. Mariana Escobar, representante de la FAO en el país indicó a este medio que, a causa de la pandemia unos 15,5 millones de peruanos quedaron en esa situación.

Fuente: Ojo Público.com

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