Estimados docentes: Cuando escuchamos las palabras “juego” o “actividades lúdicas” asociadas a la educación, pensamos actualmente en armar legos, completar secuencias o, en el colmo de la modernidad, damos valor a las habilidades que les generan los juegos virtuales de rol, que los mantienen sentados aferrados a una consola. Necesitamos replantear estos conceptos para no caer en un error que ya viene dando resultados negativos en diversas sociedades.

Frato, el genial dibujante y educador italiano, dijo recientemente en una entrevista –que compartimos más abajo- que los niños están en peligro “porque ya no juegan entre ellos”. Y es muy cierto. Antiguamente, hace 30 o 40 años, cuando no había redes sociales ni TIC y los juguetes más tecnológicos eran carritos a control remoto, era común ver en los parques, cada fin de semana, o en los patios de las escuelas, a los niños jugando entre ellos. Juegos colectivos, desde deportes convencionales como fútbol, básquet o vóley hasta actividades como las chapadas, las escondidas, etc., que se basaban en el movimiento y la interacción.

Hoy, con toda la batería de artilugios tecnológicos que promueven los juegos visuales, los cuales pueden ser ejecutados sin moverse de la silla, estas actividades físicas se vienen perdiendo. Los parques de los barrios –espacios cada vez menos comunes que hoy son reemplazados por edificios multifamiliares- lucen cada vez más vacíos los sábados por la tarde. En lugar de ello, vemos grupos de cinco o diez muchachos y muchachas, sentados en una banqueta, cada uno mirando su teléfono.

De nosotros depende encontrar un balance a esta situación para que no se convierta en la única forma de jugar y relacionarse que tengan las nuevas generaciones.

EL LINK:

EL DATO:

Según Josué Llull, profesor de la Universidad de Alcalá y autor de “El juego infantil y su metodología”, la actividad lúdica contribuye al desarrollo de 6 aspectos fundamentales de la personalidad del niño:

  • Físico-motor: aumenta la fuerza y el desarrollo muscular, además de ayudar a la sincronización de movimientos, mejorando la precisión gestual y el lenguaje.
  • Intelectual: facilita la comprensión de situaciones, la anticipación de acontecimientos, la resolución de problemas y la elaboración de estrategias.
  • Creativo: estimulando la imaginación, el pensamiento simbólico, y desarrollando habilidades manuales.
  • Emocional: potenciando la asimilación y maduración de las situaciones vividas, ayudando a superar aquellas de carácter traumático.
  • Social: aprendiendo las reglas de convivencia y participando en situaciones imaginarias creadas y mantenidas colectivamente.
  • Cultural: imitando modelos de referencia del contexto social en que se desenvuelve la vida cotidiana, que dependerá de factores como la zona geográfica, las condiciones climáticas o la época histórica.

Fuente: IFP.es

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  • El juego, facilita el aprendizaje de los niños, ya que va desarrollando sus habilidades motoras e intelectuales, comprendiendo experiencias y conocimientos que superen, aumenten y mejoren su personalidad.

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