Estimados docentes: Mundos paralelos, personas que ya no están entre nosotros, recuerdos y esperanzas, cosas que queremos para nuestro futuro o que hubiésemos querido en el pasado. Todas estas imágenes mentales que tenemos instaladas en nuestro subconsciente son la materia prima que conforman los sueños, esas historias que van de lo real a lo absolutamente fantasioso que aparecen mientras dormimos profundamente.

Lo que los científicos y estudiosos de la mente llaman “actividad onírica” -tal es su nombre técnico- es una capacidad cerebral que nos acompaña como especie desde tiempos muy remotos. En libros sagrados como la Biblia o el Corán abundan referencias a los sueños y sus interpretaciones. Asimismo, este misterioso tema ha fascinado por partes iguales a psicoanalistas, filósofos y artistas, quienes tratan de decodificar y entender por qué nuestra mente produce esas secuencias de imágenes tan complejas y a la vez relacionadas a nuestras emociones, nuestra vida.

Frases como “soñar no cuesta nada”, “los sueños, sueños son”, “luchar por nuestros sueños” etcétera, forman parte de nuestros lenguaje coloquial y cotidiano. Eso denota la importancia que tienen los sueños en nuestro quehacer y expectativas. Muchas personas se aferran a la idea de que los sueños representan no solo una maquinación del subconsciente sino una especie de premonición, de aviso de aquello que, con mucha fe y predisposición, puede cumplirse gracias a esfuerzo, compromiso y esperanza en el futuro.

Pero, si los sueños son positivos, están también las pesadillas, historias que también navegan entre lo real y lo fantasioso, a veces tan fuertes y vívidas que logran confundirnos. El misterio de la generación de sueños y pesadillas durante las horas de sueño profundo es una de las capacidades más sorprendentes del cerebro humano. Estudiarlo nos asegura asombro e interés inmediatos.

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EL DATO

  • El ser humano, desde que tiene uso de razón, se encuentra facultado para soñar usando como referencia las experiencias vividas y la imaginación enfocada en escenarios futuros. Esta capacidad, puede producirnos satisfacción por permitirnos visualizarnos en circunstancias favorables, sin embargo, también puede generarnos incertidumbre cuando no tenemos claridad en lo que deseamos.
  • Así como los sueños pueden ser considerados como la materia prima para la consecución de objetivos, asimismo los fracasos pueden ser la materia prima del aprendizaje. Así es, aprender implica hacer las cosas de manera diferente.
  • Algunos jóvenes que deciden poner un alto a su educación, no lo hacen simplemente por estar desanimados debido a sus circunstancias limitantes, sino que en muchas ocasiones se encuentran desmotivados para seguir.

Fuente: Revista Cetys México

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