Estimados docentes: Uno de los temas más preocupantes de estos tiempos modernos es la enorme cantidad de crímenes y abusos que niñas, adolescentes y mujeres adultas sufren en diversas partes del mundo, que van desde el maltrato doméstico y el acoso sexual (en casa, trabajo o estudio) hasta el asesinato en diversas modalidades, algunas realmente macabras. Esta problemática mundial nos obliga a pensar una y otra vez en qué estamos haciendo como sociedad organizada para reducir y, eventualmente, acabar con los altos índices de agresiones que se perpetran al género femenino, en una época en la cual se supone ya deberíamos haber superado la noción de supremacía de hombres frente a mujeres.

Por eso el trabajo de la abogada y educadora norteamericana de origen indio, Reshma Saujani, a quien podemos ver en esta interesante charla tomada de la plataforma de contenidos educativos TED, es de gran importancia para ser difundido y replicado desde diversas aristas. En nuestros países latinoamericanos, la incidencia cada vez mayor de feminicidios alcanza ribetes de escándalo, mientras que la situación laboral y educativa de las niñas continúa relegada frente a las de los niños, aun cuando vemos que en actividades artísticas, deportivas, sociales y políticas (la misma Sujani ha postulado a importantes cargos públicos en los EE.UU.) pareciera que se abren puertas para un desarrollo en condiciones equitativas en términos de oportunidades de desarrollo personal, respeto a la dignidad e integridad de las mujeres.

Uno de los aspectos más difíciles de abordar en este tema es que, en muchos casos, son las mismas mujeres las que aprueban, ya sea desde la práctica o desde la aceptación pasiva, el hecho de ser cosificadas o tomadas como «objetos» (una terminología que parecía superada tras las movilizaciones femeninas de hace cuarenta o cincuenta años) para lograr ascenso social, económico. Esto, sumado a los perfiles criminales de hombres desquiciados y figuras de autoridad que aprovechan su poder para cometer abusos (padres, tíos, abuelo, padrastros, maestros, sacerdotes, jefes), la situación de las mujeres se hace más riesgosa. Nos toca, como docentes, apoyar un modelo educativo que incorpore las recientes tendencias en la búsqueda de la formación de niñas valientes, capaces de sentirse orgullosas de sí mismas, de exigir respeto y proteger su integridad. Valientes y no perfectas, como dice Sujani.

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EL DATO

La educación empodera a las niñas para cambiar el mundo.

En la actualidad, existen más de 1,100 millones de niñas en todo el mundo. Ellas forman parte de una generación en marcha dispuesta a tomar las riendas del futuro. Invertir en su educación les ofrece libertad para cumplir sus sueños. Les permite forjarse una vida mejor para ellas y contribuir a la salud, la seguridad y la prosperidad de sus familias, sus comunidades y el resto del mundo. Sabemos que invertir en la educación secundaria de las niñas, además de la primaria, reporta beneficios que no solo suponen un cambio para las familias y las comunidades, sino también para las economías.

Por ejemplo:

• Si todas las mujeres completaran la educación secundaria, habría un 49% menos de muertes infantiles
• Si todas las mujeres completaran la educación secundaria en el África Subsahariana y en Asia Occidental y Meridional, el matrimonio infantil disminuiría en un 64%
• Realizar inversiones para que las niñas puedan completar el siguiente ciclo de educación podría generarles ganancias de por vida que representarían un 68% del producto interior bruto anual .

¿Por qué no están escolarizadas las niñas?

Si bien hemos logrado dar grandes pasos en la educación primaria, tenemos que asegurarnos de que la educación de las niñas no se detenga ahí. En todo el mundo, la mitad de los niños sin escolarizar son niñas, y 32 millones de todas las que deberían cursar el primer ciclo de educación secundaria no están escolarizadas.

Son muchas las razones. Muy a menudo, las familias eligen a los varones cuando invierten en educación. Además, un conjunto de factores asociados a la pobreza, como el matrimonio infantil, los embarazos precoces, el trabajo infantil, las tareas del hogar, el coste y la distancia, contribuyen a que las niñas no vayan a la escuela. Por otro lado, algunas escuelas no cubren las necesidades de las niñas en aspectos como la disponibilidad de agua segura e instalaciones de saneamiento, la calidad de la educación o la pertinencia del programa educativo para la vida de las niñas. La violencia por razón de género también las priva de la educación.

Debemos otorgar a cada niña la educación de calidad que necesita para prosperar en la vida.

Fuente: UNICEF

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