Estimados docentes: Para vivir en armonía en cualquier entorno social -una oficina, un colegio, una comunidad, un edificio multifamiliar, un grupo de amigos- es necesario que sus integrantes hayan desarrollado, entre otras cualidades, la empatía. Hasta hace unos años, este concepto extraído de la psicología social se consideraba más o menos “nuevo”. En las universidades de los años noventa, hace tres décadas y media, se hablaba de la empatía y hacía falta explicar su significado. Y, al hacerlo, quedaba claro que era algo de toda la vida a pesar de que las nuevas promociones de expertos en el comportamiento recién le hubiesen encontrado un nombre, aun cuando se estudiaba desde las épocas del filósofo griego Aristóteles (384-322aC).

“Ser empático” es una virtud que, actualmente, se incluye hasta en las descripciones de perfiles de puestos de trabajo, desde los oficios más sencillos hasta las profesiones más sofisticadas, cuando la ejecución de las labores exija trabajar en ambientes con equipos de varias personas. Tener la capacidad de “ponerse en el lugar de…” al momento de comparar opiniones, tomar decisiones conjuntas y demás acciones que requieren la conjunción de varios puntos de vista en lugar del camino más práctico que tiene el trabajo individual es muy valorada en mercados laborales y medios sociales.

Esta valoración, sin embargo, no ha sido motivo para que la gente abandone conductas egocéntricas, que se ubican en la orilla opuesta de lo empático. A diario vemos cómo la intolerancia, la incomprensión y el prejuicio se interponen en los intentos de entablar relaciones armónicas, afectando desde parejas que recién se conocen hasta equipos amplios de trabajo o estudio. Basta con que una persona no tenga bien desarrollada la empatía para que, en cualquier momento, surjan desencuentros, incomodidades y obstáculos que perjudiquen la búsqueda del objetivo común.

Por eso es importante que las nuevas generaciones sean orientadas al desarrollo y consolidación de la empatía, puesto que es tan importante como aprender a caminar, a leer y escribir, a asearse y tener comportamientos sociales adecuados. En esta entrevista, varias claves para entender la importancia de la empatía.

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EL DATO

  • Muchos profesores la sitúan como una virtud necesaria que todo docente debe poseer a la hora de adentrarse en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
  • Es básico para comprender las emociones, motivaciones, circunstancias y miedos de alumnado. Además, se considera de vital importancia ayudar a desarrollar la empatía en los niños y niñas que construirán las futuras sociedades.
  • Por ello, no solo debemos trabajar para potenciar la empatía en nuestro alumnado, sino que también debemos centrar nuestros esfuerzos para mostrarnos empáticos con ellos. Un docente capaz de empatizar con sus alumnos, provoca que el estrés de estos disminuya, dando lugar a que sus capacidades se vean potenciadas.

Fuente: HS Educación.com

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