Estimados docentes: Bocinazos y discusiones en el tráfico. Jefes tóxicos que arremeten contra sus subordinados, tratando de minimizarlos. Peleas en la televisión. Crímenes a mano armada en las noticias. Destapes que involucran a autoridades supuestamente interesadas en el bien común, con estafas, relaciones peligrosas, negocios turbios. Películas estruendosas con personajes agresivos. Canciones que hablan de engaños y hábito promiscuos. Videojuegos cargados de violencia y destrucción. Bullying escolar y abusos domésticos, físicos y sexuales de toda clase. ¿Dónde quedó la amabilidad, la buena vecindad, la tolerancia?

La agresividad cotidiana crece día tras día, inoculándose y hasta haciéndose normal en determinados círculos sociales. Y si nos remitimos a aquellos estratos socioeconómicos con menores condiciones de vida o extrema pobreza, esta agresividad termina siendo parte de la vida cotidiana de niños, niñas y adolescentes que sobreviven en entornos violentos hasta sumergirlos en cuadros de ansiedad que, por un lado, pueden hacer que ellos repliquen esos patrones conductuales -con sus compañeros, con sus profesores- o que, en sus vidas adultas, desarrollen actitudes sociópatas en sus trabajos, sea que estén en posiciones de subordinados o en posiciones de poder jerárquico, configurando un panorama de relaciones sociales donde la violencia y la agresividad son pan de cada día, casi una forma de ser que termina siendo aceptada por los demás, como si de algo normal se tratara.

Sin embargo, no todo está perdido. En épocas como estas, las habilidades “blandas” van recuperando el espacio que le quitaron aquellas tendencias de pensamiento educativo que privilegiaron la agresividad, el arrojo malentendido y la vocación por ser brutalmente competitivos, por encima de aquellos valores asociados a la sensibilidad, la búsqueda de relaciones armónicas y, en suma, la distribución equitativa de oportunidades más allá de ambiciones y falsas nociones de “merecimientos” que han empujado a las sociedades recientes a pelearse entre ellos, sin cuartel, hasta el punto de convertir a la sociedad del siglo 21, según expertos, como “la más agresiva de la historia”.

En esta entrevista, que pueden ver completa aquí, trata extensamente este tema.

EL LINK

https://www.la-razon.com/voces/2023/07/07/violencia-en-educacion-violencia-social/

EL DATO

  • La cultura y la educación son formas de modular la agresividad y se apela por hacer un esfuerzo mayor para su fomento y desarrollo, para conseguir mejores resultados en la lucha contra todas las formas de disfunción social basadas en la violencia.
  • También el cine, la televisión, el teatro, la novela y hasta la moda están inmersos en una tendencia global hacia la hostilidad, a la que también contribuye en buena parte el arte moderno, con una estética de la transgresión que hace gala de los instintos más sádicos del ser humano.
  • Los especialistas afirman que los enfermos mentales son quienes tienen mejor controlados sus impulsos violentos, que menos de un 10% de la violencia actual tiene relación con la enfermedad psiquiátrica y que son los individuos sin trastornos psicológicos quienes más contribuyen a producir sociedades violentas.

Fuente: 20 Minutos.es

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