Estimados docentes: En Silicon Valley, San Francisco (California, EE.UU.), la zona donde se desarrollan todos los adelantos tecnológicos relacionados a la internet y la telefonía celular, una revelación sorprendió a grandes cantidades de personas: los hijos de los “gurús tecnológicos” –dícese de aquellos científicos, programadores e inversionistas que hacen rodar todos los negocios derivados del crecimiento tecnológico mundial- tienen prohibido el uso de teléfonos inteligentes, Tablets y demás “gadgets” hasta sobrepasar los 14 años.
Si contraponemos esa información –ampliada en el link que incluimos en esta nota- con las cantidades cada vez mayores de niños entre 6 y 12 años que caminan por la calle con la mirada fija en una pantalla, sin siquiera preocuparse por lo que tienen delante de los ojos; y el apoyo comprometido de expertos, educadores y gestores políticos acerca de las ventajas de darles tecnologías a los estudiantes desde los primeros niveles de enseñanza, la contradicción salta a la vista: ¿Por qué los responsables de estos fantásticos inventos evitan que las vidas sus hijos pequeños dependan del celular que tengan en las manos? Para evitar, por supuesto, la adicción.
Esa adicción a los Smartphones y las redes sociales es una realidad que nosotros, como educadores, no podemos mirar de soslayo ni pasar por alto. La falta de autocontrol que forma parte de la naturaleza humana se desencadena en edades tempranas, ante la posibilidad de que un aparato sumamente distractor como un teléfono conectado a internet sea puesto en las manos de un niño o un adolescente. Si no hay una orientación eficaz, todas las propiedades educativas de estos adelantos quedarán relegadas para dar único paso al entretenimiento.
La niñez y la adolescencia vive hiperconectada pero el abuso de esa hiperconexión genera preocupantes niveles de despersonalización, sedentarismo y adicción que afecta el rendimiento escolar de nuestros estudiantes. Es necesario alcanzar un equilibrio apropiado para que los riesgos sean mayores que los beneficios al plantearse una educación basada en herramientas tecnológicas.
EL LINK
https://elpais.com/sociedad/2019/03/20/actualidad/1553105010_527764.html
EL DATO
La tecnología es parte fundamental de nuestra vida.
Niños y adultos estamos hiperconectados: nos informamos, divertimos y relacionamos a través de ella, pero hay que ser conscientes de cuándo se pasa de un uso responsable y normal a abusar de ella.
El 30% de los niños españoles tiene móvil a los 10 años y el 70%, a los 12, según un informe del Hospital Sant Joan de Déu
Los expertos recomiendan que los menores tengan su primer dispositivo a partir de los 12 años.
Además, uno de cada tres niños pasa en promedio tres horas diarias conectado a internet.
Los primeros indicativos de que nuestro hijo puede ser adicto al móvil los podemos encontrar en la necesidad que tiene de estar conectado el máximo tiempo posible para sentirse satisfecho.
Si no lo consigue, se siente deprimido, nervioso o enfadado, estados anímicos que desaparecen cuando vuelve a usar la tecnología.
Si tampoco consigue controlar el tiempo que pasa con sus dispositivos, ha dejado de lado otras tareas y obligaciones o prefiere las relaciones online, quizás nuestro hijo tenga un problema de adicción al móvil.
Si detectamos que nuestro hijo hace un uso abusivo de los dispositivos tecnológicos, la solución nunca va a ser prohibirle que se conecte.
Lo que en realidad debemos hacer es ayudarle a desaprender ese hábito y que vuelva a utilizarlos de una forma controlada, sustituyendo pautas inadecuadas por otras más positivas.
Puede ayudarnos a ello fijar metas y pequeños retos para que recupere el control sobre el tiempo de uso del móvil, la tableta o el ordenador, así como hacer una lista de los pros y los contras de abusar de la tecnología, aprendiendo juntos.
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