Estimados docentes: ¿Recuerdan que antes, en los años ochenta, uno esperaba con ansias el día y la hora en que pasarían nuestros programas favoritos? ¿O que para cambiar de canales uno tenía que levantarse y girar una pesada perilla? ¿O que todos los canales iniciaban sus programaciones con noticias muy temprano y las mismas acababan, como máximo, a las doce de la noche? Esas son solo algunas de las características de la televisión hace cuarenta años, tiempo en el que se ha convertido, gracias a los avances tecnológicos, en algo totalmente distinto.

Hoy, no necesito llegar a mi casa a tiempo para no perderme mis serie o novela favorita. Y no solo porque puedo encontrarla a la hora y el día que yo quiera, a través de plataformas de streaming o internet, sino porque en muchos casos -y esto ocurre prácticamente desde que se masificó la televisión por cable- muchos canales pueden transmitir los mimos programas y repetirlos una y otra vez durante la semana. Actualmente, tampoco hace falta pararme del asiento para cambiar de canal. El control remoto -que existe en realidad desde los años xxxx- desterró hace mucho tiempo esa práctica.

Los contenidos de la televisión también han cambiado y probablemente para mal. La relativización que comenzó su reinado en los años setenta y ochenta fue haciendo cada vez más permisivo el menú de contenidos de cada canal. En la actualidad casi no existen filtros ni restricciones, por lo que personas de todas las edades pueden sentarse a ver una serie extremadamente violenta si así lo deciden, con los consiguientes efectos que eso pueda tener en los más pequeños o en los más sugestionables.

El argumento que decía “si no quiere ver tal cosa, solo debe cambiar de canal” ya no es muy atendible puesto que contenidos de todo tipo, que debieran estar reservados para ciertos horarios y audiencias, son retransmitidos libremente a cualquier hora en YouTube y compartidos sin cesar en redes sociales. Esto también afecta al uso educativo que antiguamente tuvo la televisión. A pesar de que la pandemia demostró la utilidad de las ondas televisivas como distribuidoras y trasmisoras de contenidos de valor, la publicidad y los ratings exigen a las producciones orientarse más a la diversión que a la cultura, dejando un vacío enorme pues niños, niñas y adolescentes en edad escolar son usuarios de la televisión y sus múltiples canales todo el tiempo, estén donde estén.

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EL DATO

  • La historia de la televisión abarca la serie de descubrimientos científicos, adelantos tecnológicos y apuestas industriales que resultaron en la televisión. Incluye las innovaciones en el diseño, concepción, fabricación y distribución de los televisores.
  • La historia de la televisión inicia con la invención del disco de Nipkow en 1884: un aparato que consistía en un disco metálico y una fuente de luz, que servía para proyectar sobre láminas de selenio la luz proyectada por los objetos.
  • La digitalización se aplicó tanto a la producción del vídeo como en la transmisión del mismo, tanto por satélite, cable y radiofrecuencia terrestre. Actualmente, puede verse televisión en computadoras equipadas para ello y a través de plataformas de internet, como YouTube, tanto en vivo como en diferido.

Fuente: Humanidades.com

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