Estimados docentes: La humanidad se caracteriza -o debería caracterizarse- por su don para evolucionar en términos de pensamiento, sistemas de creencias, capacidad de entendimiento. Una de las cosas que más nos separan de los animales es ese raciocinio, esa capacidad cerebral para trascender nuestros ímpetus, para desechar prejuicios y permitir el avance social sobre la base de aquellas tendencias sociales y corrientes ideológicas que, poco a poco, casi de manera imperceptible, se van instalando en los imaginarios colectivos del mundo.

Sin embargo, cuando vemos los niveles de chabacanería y la intolerancia que se suelen alcanzar en debates políticos, faranduleros e incluso en campos de ciencias sociales más densas como la antropología o la sociología modernas, cuando se trata de los derechos “de género” la comunidad educativa debería terminar preocupada. El entrecomillado es para mantener la neutralidad porque uno de los rasgos más saltantes de esa intolerancia es, precisamente, que los sectores en contra ni siquiera se permiten mencionar la frase mientras que los sectores a favor la repiten tanto que ya parece una campaña para convencer por cansancio a los demás de que su opinión es la correcta.

La exageración es parte del discurso a ambos extremos del espectro temático. Como seres humanos, hemos atravesado etapas de la historia en que determinados grupos minoritarios vivían esclavizados o inexistentes, sin derechos mínimos -mujeres, poblaciones negras, discapacitados. La misma situación la han sufrido enormes colectivos de personas con opciones sexuales ajenas a la heterosexualidad a lo largo del tiempo y su única válvula de escape fue, en muchos casos, el arte. El literato Oscar Wilde (1854-1900) o el cantante de rock Freddie Mercury (1946-1991), de distintas épocas de la humanidad, son claros ejemplos de esa combinación entre la discriminación y la superación/ejercicio de sus preferencias.

Lo que vemos hoy es una suerte de guerra de ideas de muy baja calidad. Ninguna de las partes enfoca la importancia del ser humano y su dignidad. En lugar de eso, centran el debate en cuestiones accesorias de la cotidianeidad que, en una sociedad realmente avanzada, caerían por su propio peso si todos, hombres y mujeres más allá de sus preferencias sexuales específicas, reaprendiéramos que para vivir en armonía hay que seguir normas y, entre ellas, la privacidad y la intimidad, la prudencia social y la tolerancia son fundamentales.   

EL LINK

https://www.bbvaopenmind.com/articulos/desigualdades-de-genero-problemas-pasados-y-futuras-posibilidades/

EL DATO

  • En el último par de años, el rótulo ideología de género (en adelante IG) se ha vuelto uno de los términos más discutidos en redes sociales y medios de comunicación. Álgidos debates políticos han hecho de esta expresión un recurso más útil para el ataque que para la explicación.
  • Si únicamente nos quedáramos con la información hallada en redes sociales, parecería que la IG solo existe en la cabeza de conservadores y progresistas. Sin embargo, si buscamos dicho término (o su plural traducido al inglés: gender ideologies) en repositorios científicos como Google Scholar, SAGE o JStor, hallaremos una cantidad importante de estudios que remiten dicho concepto.
  • Tanto la ideología de género como la ideología de rol de género se refieren a las actitudes con respecto a los roles, derechos y responsabilidades apropiados de las mujeres y los hombres en la sociedad.

Fuente: Ciencias del Sur.com

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