Estimados docentes: Con el inicio de un nuevo año escolar vuelven también las preocupaciones relacionadas a qué deben consumir los niños, niñas y adolescentes en sus tiempos de recreo, entre el desayuno y el almuerzo -o entre el almuerzo y la cena, si están en el turno tarde- como parte de su alimentación regular durante tiempo de clases. Las loncheras escolares han atravesado una serie de cambios, en la medida en que las ciencias nutricionales también han evolucionado enlazando sus conocimientos y hábitos tradicionales con los nuevos hallazgos de investigaciones modernas.

A esto debemos sumar el siempre difícil reto de hacer que los estudiantes consuman productos que, aun cuando no sean sus favoritos, estén contribuyendo a su nivel de energía, desarrollo cerebral y físico, estado de ánimo y predisposición a la atención que debe dedicarse al proceso de enseñanza-aprendizaje. Como sabemos, esto nos lleva a la sobrecarga publicitara que, desde hace décadas, ha impuesto el consumo indiscriminado de productos industrializados, envasados con excesos de sal, azúcar y grasas saturadas, además de contener insumos químicos que poco o nada aportan en el aspecto nutricional y que, más bien, como prueban diversas investigaciones recientes, van en desmedro de la capacidad de aprendizaje.

Productos tradicionales como la leche y el pan, solo por poner dos ejemplos, que han sido la base de nuestros desayunos, hoy se sabe que deberían dejar de consumirse paulatinamente, hasta eliminarlos por completo de nuestras dietas, debido a que no solo no son necesarios sino que, además, son potencialmente dañinos. El ser humano no requiere tomar leche de otras especies para crecer, como nos han hecho creer. Y, como sabemos, muchos individuos terminan desarrollando, con el paso de los años consumiendo leche en cualquiera de sus formas, males estomacales e intolerancias que traen más de un problema. Y, con relación al pan y otros productos afines, el exceso de harinas procesadas trae cuadros de gastritis y dolencias causadas por la levadura y el gluten.

Estas situaciones son difíciles de abordar pero, igualmente, son necesarias para evolucionar en la preparación de aquellos alimentos que den soporte de energía a nuestros hijos/alumnos.

EL LINK

https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15232516

EL DATO

  • Los alimentos nos brindan nutrientes, sin embargo, en ocasiones puede convertirse en una vía de patógenos que causan enfermedades. Es importante que prestemos mucha atención al lavado de manos, manipulación de alimentos, que estos estén bien conservados y que los envases sean los adecuados.
  • El lavado de los alimentos también es importante, pero muchas veces se hace mal. Todos los alimentos se deben lavar por separado. En el caso de las frutas y verduras deben lavarse con abundante agua e idealmente con una dilución de desinfectante para alimentos.
  • No inventemos loncheras minutos antes de ir a la escuela. No es lo ideal porque puede que compremos alimentos ultraprocesados para compensar y estos no suman ningún nutriente para su alimentación. Puede que estos productos sean muy ricos, pero son pobres nutrientes.

Fuente: El Comercio.com

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