Estimados docentes: En la actualidad existe una enorme crisis de lo que, en términos sencillos, podemos denominar “educación en gustos artísticos”. Basta con recorrer el dial de una radio o en revisar las carpetas y listas de reproducción de muchos de nuestros alumnos -y, lamentablemente, también de muchos de nuestros colegas- para darnos cuenta de ello. Por eso, necesitamos incidir en aquellas actividades pedagógicas que vayan a contramano de esas tendencias, impulsadas por el marketing y lo que está de moda, para ir corrigiendo en la medida de lo posible esta crisis.

Una de esas actividades pedagógicas tiene que ver con escuchar buena música. Claro, no faltarán quienes comiencen a relativizar el tema, diciendo que lo que no es bueno para nosotros es bueno para los demás. O que los tiempos han cambiado y que las generaciones viejas siempre se ha quejado de la música que escuchan las más jóvenes. Pero es, maestros, es una falacia que busca desautorizar a aquellas voces que dejan clara la gran diferencia entre lo que antes era música popular y lo que ese concepto representa en estos tiempos.

No se trata de prohibir que nuestros estudiantes escuchen reggaetón o bachata, después de todo, eso es imposible. Pero sí de exponerlos a otras sensibilidades que pueden ser, innegablemente, antiguas, pero que se asociaban a emociones y problemáticas más, por decirlo de alguna manera, universales y positivas. Es el caso de la melodía que les dejamos, a manera de ejemplo, en este post. Probablemente se trate de una de las composiciones de lo que solemos llamar “música clásica” que más se hayan conocido en nuestras épocas de alumnos de escuela y que hoy, seguramente, no significan nada para nuestros estudiantes. Acercarse a estas obras de arte es lo más sencillo del mundo ahora que tenemos internet. Y lo más contracultural en estas épocas de desprecio por lo antiguo. ¿Se atreven a hacerlo?

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EL DATO

  • En Las cuatro estaciones (1725) de Antonio Vivaldi (1678-1741) se puede escuchar cómo se representa el paso del tiempo a través de los paisajes sonoros y de una visión programática de la música.
  • El compositor ha contribuido al desarrollo de un lenguaje musical preciso, amplio y completo, siendo un ejemplo magnífico de cómo la música ha sabido recoger y plasmar a través de los aspectos cromáticos, tímbricos o dinámicos, las vivencias sonoras y sensoriales de una época.
  • Los expertos en acústica estudian los efectos sonoros que se producen en la realidad y algunos de estos han sido utilizados por los compositores, como por ejemplo el “bordón”.

Fuente: The Conversation.com

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