Estimados docentes: Padres y maestros de instituciones educativas del mundo entero hoy enfrentan las nuevas expectativas de niños, niñas y jóvenes cuando se les hace la clásica pregunta: “¿qué quieres ser cuando seas grande?” Antes, en los años ochenta, una canción de rock en español decía, con absoluta claridad, que los jóvenes anhelaban ser “estrellas de rock and roll o presidente de la nación”. Y, en la década siguiente, los sueños juveniles se orientaron más a los negocios internacionales y la gastronomía. Pero, de un tiempo a esta parte, la respuesta es una sola: “quiero ser YouTuber”.

Si preguntamos más, los jóvenes capturados por la oferta tecnológica del éxito masivo, la fama, la popularidad en redes sociales y la posibilidad de convertirse en millonarios aprendiendo a manejar teléfonos y canales de YouTube, repiten el nombre que la oficialidad le ha puesto a este juego de imágenes, videos y situaciones expuestas ante las cámaras, desde la calle o desde la sala de tu casa. “Quiero ser Productor de Contenidos”.

Producir “contenidos” es un amplísimo cajón de sastre en el que podemos encontrar desde clases de lenguaje o música hasta las peores barbaridades que uno pueda imaginarse. La ilimitada capacidad de las tecnologías asociadas a internet y redes sociales, la ausencia de normativas internacionales con respecto a qué se puede publicar y qué no -aquello de los filtros y los controles parentales son solo saludos a la bandera- y la total falta de autocontrol inherente al ser humano componen un entorno que hace de esta nueva carrera, Producción de Contenidos, un tema extremadamente ambiguo y difícil de contener en sus aspectos más negativos y peligrosos.

Lamentablemente, la respuesta a la pregunta que abre este post es muy simple y elemental. Los niños, niñas y jóvenes ansían convertirse en “YouTubers” o cualquiera de sus derivados -influencers, instagramers, tiktokers- porque existe una promesa de ganar mucho dinero haciéndolo. Y las actividades que obtienen reacciones más voluminosas son aquellas que, potencialmente, pueden tener consecuencias muy graves. Por ejemplo: si comparamos la cantidad de suscritos al canal de una YouTuber de 16 años en el que muestre cómo ser educada con sus mayores con los resultados de un canal de otra muchacha que, a la misma edad, enseña cómo maquillarse para “conquistar a un actor de la tele” ¿Cuál de los dos tendrá más opciones de producir dinero a la productora de “contenidos”?

EL LINK

https://www.abc.es/tecnologia/redes/abci-riesgos-ninos-youtubers-202002160131_noticia.html

EL DATO

  • Los niños pasan de media 4 horas al día ante pantallas, de las cuales 80 minutos son en redes sociales y plataformas de vídeo, según un estudio de Qustodio. España tiene casi 10.000 creadores profesionales de contenido online.
  • Para controlar alguno de estos riesgos, Francia ya cuenta con una ley para proteger a los menores de 16 años que son influencers. Se trata de una proyecto pionero a nivel global que regula las horas que trabajan los niños que publican contenido en internet y guarda los beneficios económicos que generan en una cuenta bancaria a la que no tienen acceso hasta los 16 años.
  • Eduardo Cruz, CEO y co-fundador de Qustodio, señala que “un uso abusivo de las redes sociales y las plataformas de vídeo no solo genera adicción en los menores, sino que también los expone a una serie de riesgos innecesarios a su edad.

Fuente: TIC y Pymes.com

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