Estimados docentes: La semana pasada comentamos acerca del síndrome del trabajador quemado (burnout) que afecta no solo a docentes sino a todos los profesionales en estos tiempos de trabajos remotos que exigen una conexión permanente a correos, chats, grupos de trabajo, etc. Este síndrome de la modernidad viene siendo analizado cada vez más por médicos y psicólogos para explicar y, sobre todo, para concientizar a los empleadores a que no caigan en este tipo de agendas laborales que terminan desgastando a las personas.
Pero el burnout no solo afecta a los trabajadores. También está incrementándose su presencia entre los más jóvenes, estudiantes que sienten que el día cada vez les alcanza menos, que las presiones de estudios y trabajos en los que recién comienzan los llevan a no tener tiempo para sí mismos, para cultivar el ocio, el entretenimiento sin apuros, las relaciones interpersonales y familiares sin tener que estar pegados al teléfono y las redes sociales.
Incluso la actividad recreativa de las redes sociales, que se expresa en trabajos virtuales como “influencer”, “youtuber”, “tiktoker” y demás, trae consigo una agenda recargadísima de actividades -armar guiones, grabar, editar, montar imágenes, distribuir y compartir el contenido realizado, etc.- que pueden mantener a cada joven pegado a sus equipos todo el día. A la larga, esto termina quemando a la persona, generándole ataques de ansiedad, soledad y vacío que, muchas veces -más de las que nos cuentan en los medios de comunicación- acaban en quiebres emocionales y hasta suicidios. Es un tema que, como docentes, necesitamos conocer y analizar a profundidad para saber cómo actuar si detectamos esto entre nuestros estudiantes.
EL LINK
EL DATO
- “Para describir la quemazón millennial hay que reconocer una multiplicidad de factores: estamos muy endeudados, trabajando más horas y con más trabajos por menos paga (con menos seguridades), pero luchando por sostener los mismos estándares de vida que nuestros padres, operando en una precariedad psicológica y física, todo esto mientras nos dicen que si trabajamos más la meritocracia prevalecerá, y que amemos lo que hacemos”.
- Ésta es la sensación de muchos jóvenes que ingresan al mercado laboral con menos capacidad adquisitiva que sus padres (y abuelos), pero con más demandas laborales en cantidad de horas y mucho menos capitalizados.
- Uno de los síntomas de época y de esta generación en particular -pero que se va extendiendo a las demás generaciones- es la sensación de estar siempre híper demandados, pero no ya desde el afuera -como en tiempos pasados- sino por nosotros mismos
Fuente: La Nación.com.ar
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