Estimados docentes: La educación que llamamos “formal” tiene un fuerte enemigo en estos tiempos. Los “influencers”. Si hacemos una encuesta ligera, con respuestas sugeridas ante la pregunta “¿Qué te gustaría ser de grande?” a un grupo de adolescentes, chicos y chicas, los resultados nos dejarían boquiabiertos. Imaginen, por ejemplo, que las opciones de respuesta fuesen “cirujano”, “Vendedor”, “comerciante”, “influencer” y “campesino”. ¿Cuál creen que sería la respuesta ganadora?

En los setenta, los niños querían ser astronautas –por el reciente hecho notable de la llegada del hombre a la luna. En los ochenta, querían ser banqueros de Wall Street. En los noventa, ingenieros de sistemas. En los 2000, cocineros. Y ahora, en las primeras dos décadas del siglo 21, los chicos y chicas quieren ser “influencers”. Un muchacho que no llega a la mayoría de edad, experto en videojuegos, desde un país nórdico, gana millones de dólares en YouTube. Una joven, peruana, recorre el mundo auspiciando hoteles y marcas de cosméticos, luego de haber trabajado un par de años en la siempre dudosa profesión de marketing.

Y así. Los influencers se han convertido en el sueño de prosperidad de las nuevas generaciones. Sin embargo, lo de los influencers es un tema complejo, en términos de credibilidad profesional. Al vivir en una sociedad marcada por la tecnología, la publicidad y el entretenimiento, ser influencer es el pasaje directo a la fama, el dinero a borbotones y la diversión permanente. También tiene su cuota de esfuerzo, desde luego. La posibilidad de fracasar es un riesgo, el quedar en el ojo público, recibir ataques (bullying) y críticas, acostumbrarse a grabar y producir videos –a veces esto puede tomar días- pero con todo eso, es poco difícil apartarse de la idea de que se trata de una actividad superficial, liviana y que, eventualmente, no ayuda ni contribuye con nada trascendental, ni para la vida de las personas (más allá de estimular compras o frustraciones por no poder hacerlas) ni para el desarrollo del mundo, en términos de solidaridad, respeto al medioambiente o cultura.

En ese sentido, es un indicador revelador que los influencers más exitosos sean los dedicados a temas secundarios, de diversión: videojuegos, modas, turismo placentero y lujoso. ¿O ustedes conocen a un influencers que hablen de no consumir comida chararra, escuchar música del siglo 18, el aprendizaje para toda la vida? A veces la modernidad no es sinónimo de progreso.

Ustedes, ¿qué opinan?

EL LINK

https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/06/06/5cf7f56921efa0c2528b4671.html

EL DATO

  • Conseguir ser un influencer educativo es, en muchas ocasiones, estar dispuesto a romper el molde, pero también aprender a comunicarlo y transmitirlo tanto dentro de las aulas como fuera de ellas. Día a día trabajamos para construir una escuela diferente en la que los alumnos sean el centro de su aprendizaje y, sin embargo, carecemos de un altavoz para contarlo.
  • ¿Por qué cuando hablamos de influencers, personas que movilizan e inspiran, casi nadie se refiere a los influencers educativos? Toda la comunidad educativa (padres, alumnado, profesorado, directivos) necesita más que nunca personas e instituciones que sean referencia inspiracional, tanto para nosotros como para el exterior. Pero no es tiempo de espectadores o de que todos aquellos que estamos en educación nos situemos solo como seguidores.

Fuente: Fundación SM

Baúl Docente

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  • Influencers,persona q’ destaca en una red
    social u otro canal de comunicacio’n y expre
    sa opiniones sobre un tema concreto q’ ejer
    cen gran influencia sobre muchas personas
    q’ la conocen.Influencers,es una profesio’n
    al azahar,pese a las sopechas de fraude.

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