Estimados docentes: La tecnología nos permite comunicarnos, investigar, conocer detalles sobre prácticamente cualquier cosa… pero, también nos aturde, nos distrae, nos desenfoca. Incluso en círculos profesionales y hasta académicos, andar pegado a la tecnología nos hace perder sustancia, al convertirnos en individuos dependientes de su funcionamiento. Esa pérdida de autonomía, lenta e imperceptible, ha provocado que el ser humano se aleje de una de las dimensiones que más lo diferencian de los animales o los aparatos sistematizados que él mismo ha creado, la espiritualidad.

Si tener un cerebro hiper desarrollado y en constante evolución hace que sigamos siendo la especie que predomina en el planeta -por la combinación de ingenio, pensamiento y fuerza-, la capacidad para entendernos como construcciones físicas con un nivel más etéreo, espiritual, nos permite alcanzar un conocimiento aun más profundo de los procesos fisiológicos, emocionales y hasta sobrenaturales que rodean nuestra existencia. Pero esas habilidades, esa dimensión espiritual de la humanidad, se empobrece con el uso indiscriminado de la tecnología. Por eso es necesario alcanzar un equilibrio entre una y otra cosa, un balance que brinde mejores resultados. Eso, por lo que vemos a diario en las noticias -usos criminales de la inteligencia artificial, desconexión interpersonal a medida que se potencian las gratificaciones del mundo virtual- parece no estar ocurriendo.

La modernidad ha contribuido a que muchos de los aspectos que hacían difícil y más corta nuestra vida sobre este mundo desaparezcan, desde la invención del fuego, el descubrimiento de la corriente eléctrica o la elaboración de armas para defendernos de depredadores y prendas para protegernos del medio ambiente, estos avances tecnológicos son prueba innegable del ingenio humano. Pero ha llegado un punto en que cada avance nuevo genera nuevos problemas -en realidad, esto siempre fue así, pero cada vez es peor- y eso nos pone en riesgo de anular nuestra visión espiritual de las cosas y del mundo, puesto que estamos muy concentrados en alcanzar resultados -éxito económico, reconocimiento y figuración social, fama y dinero.

En las aulas está el gran laboratorio del cual el mundo recibirá mentes más equilibradas, la base de una sociedad que recupere, en el futuro inmediato, aquello que venimos perdiendo por nuestras propias manos. ¿Estamos preparados para tremendo desafío?

EL LINK

https://www.vanguardia.com/entretenimiento/espiritualidad/la-tecnologia-y-la-espiritualidad-un-viaje-hacia-el-futuro-integral-GX7189769

EL DATO

  • Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos) están tratando de averiguar cómo casan los avances científicos y tecnológicos que están transformando la sociedad, la economía, la política y la cultura del presente con la espiritualidad, es decir, con la disposición psíquica o moral de quienes se interrogan acerca de la naturaleza y las características de su alma.
  • Sea como fuere, la religión y la espiritualidad no han logrado escabullirse del impero del comercio electrónico. Así, los internautas pueden encontrar infinidad de webs que ofrecen productos de pago como un rosario inteligente que, conectado al móvil, ayuda a rezar.
  • Algunos expertos han explicado a la revista mensual de negocios Fast company que la mayoría de las apps centradas en la espiritualidad no tienen demasiado sentido. Por ejemplo, los expertos en budismo recalcan que las aplicaciones de mindfulness no están bien orientadas, porque no persiguen que los abonados se separen de lo material, sino que propician que, simplemente, se adapten a su entorno.

Fuente: La Vanguardia.com

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